martes, 13 de octubre de 2009

"Jorge Luis también habló de La Sarandanga"

Debo agradecer el paso del tiempo. Debo agradecer los avances de la tecnología. Debo agradecer el hecho de que cada vez mas personas se contacten conmigo para aportar datos sobre ese misterio inenarrable que significa LA SARANDANGA. Son la internet y este espacio que se me brinda a traves del presente Blog, quienes me dan la posibilidad de conocer a personas tales como Juan José del Rosario De las Mercedes del Sagrado Corazón de Jesus de la Cruz, eminente hombre de letras nacido en el hermano país de Ecuador, en la localidad de Portoviejo, provincia de Manabí, a 244 kilómetros de Quito (yendo en Helicóptero). Juan José del Rosario de las Mercedes del Sagrado Corazón de Jesús de la Cruz (A quien a partir de ahora llamaremos, simplemente "juanjo") es un erudito que ha dedicado su exisencia a investigar la obra y la vida del mas grande Literato que ha dado, a mi entender, nuestro país hermano: Aquel hombre nacido en Quito a quien sus padres bautizaran como Jorge Luis Serrano.


Hace aproximadamente dos años, encontrándome yo en la localidad de Aldo Bonzi (con el objetivo de seguir una pista que finalmente resultó ser falsa) , me sorprendí al descubrir en mi casilla de correo electrónico un mensaje cuyo remitente era el siguiente: juanjosedelrosariodelasmercedesdelsagradocorazondejesusdelacruz@reremail.com.ecu y que en el asunto rezaba: "Jorge Luis habló de la sarandanga". ¿Quien iba a ser sino al enorme genio de Jorge Luis Borges a quien se refiriera mi misterioso informante? El mismísimo Borges, según este colega ecuatoriano, habia hecho referencia, en alguna ocasión, a ese misterio enorme que ocupaba mi existencia. Aquello era algo digno de ser festejado. Tan grande fue mi alegría al enterarme, que comence a gritar, a bailar, a quitarme la ropa, llevando a cabo un espectaculo similar (en lo que a la danza respecta, no en cuanto a la calidad estética de los cuerpos) al que realizan esos esculturales muchachos metrosexuales a los que vulgarmente se conoce como "strippers".

No fueron pocos los golpes que recibí aquel día, y resulta comprensible que así haya sido, ya que el dueño del locutorio donde me encontraba y algunos padres de los chicos que allí disfrutaban de sus entretenidos juegos en red, montaron en colera al observar aquel espectáculo bizarro que yo llevaba a cabo al ritmo de "el meneaito" (melodía que cantaba como podía con signos de severa agitación) sobre la mesa donde se hallaba la computadora, vistiendo sólo mis calzoncillos violeta marca "eyelit"

A pesar de los politraumatismos y de la fisura de tres de mis costillas, aquella fue una tarde de saldos positivos: no había pagado el uso de tres cuartos de hora de internet y tenía un dato que jamas hubiera esperado: "Jorge Luis habló de la sarandanga". apenas recibi el alta médica del hospital Tornu, acudí raudo a mi hogar con el fin de leer por completo el e-mail que mi colega "juanjo " había enviado.


E-Mail Que aquí transcribo literalmente:


From: juanjosedelrosariodelasmercedesdelsagradocorazondejesusdelacruz@raremail.com.ecu


To: radomirezpeleta@live.com.ar



Subjet:"Jorge Luis habló de La Sarandanga"


Etimado Radomir:

Antes que nada, permita que me presente: mi nombre es Juan José del Rosario del Sagrado Corazón de Jesús De la Cruz, pero los amigos me llaman "Juanjo". Soy periodista e investigador, pero ante todo, se me debe considerar como el biógrafo oficial del mas grande literato que dio nuestra patria ecuatoriana: Jorge Luis Serrano.

Me permito hacer un repaso pequeño de la historia de este individuo, para que usted conozca en definitiva, el contexto y momento de su vida en el que el erudito escritor, mencionó aquello que se conoce como "La Sarandanga".

Jorge Luis Serrano nació el 24 de agosto de 1899 en la ciudad de Quito. Por influencia de su abuela paraguya fue educado en las leguas española y guaraní. Cuando el pequeño Jorge cumplió once años, su familia decidió trasldarse a Ginebra donde el niño intentó cursar su bachillerato, pero debido a que no sabía alemán, frances ni italiano, Serrano debió dedicarse al lavado de copas en un restaurante de comida yugoslava ubicado en los suburbios de la ciudad helvética. En aquella época, y harto de los malos tratos de su jefe Mirko Spedovic´, Serrano escribió su primer libro de poemas "Las copas en el culo", publicación que reunía una serie de poesías de tinte inconformista que ya mostraba el desengaño ante la vida del inminente literato. El mas destacado de aquellos poemas era el numero 14, que, aunque breve, dejaba ver ya el interés hacia la metafísica por parte del joven ecuatoriano:

"Poema 14"

En la circularidad del tiempo
las respuestas se repiten,
en mi memoria las palabras compiten
por ganar un espacio de importancia
y en la mas extensa arrogancia
solo acude a mis labios la frase
que de la ira hacia el monstruo nace
"que en tu ser todo, mi odio taladre:
¿porque no te vas un poco a la concha de tu madre?"


Preciso, aunque sin el vuelo literario que fuera logrando con el correr de los años, aquel joven de letras ya mostraba signos de genialidad.

Hacia el año 1941 publica su primer libro de cuentos "El presidente de los ojos que se bifurcan" una metáfora del poder político al que algunos observan con buenos ojos, y otros no tanto. El éxito de aquellas páginas fue tal que en 1944 a pedido de su editor publicó su segundo libro de cuentos al que titulara "Fricciones", de un alto contenido erótico donde se destacaban relatos como "Las ruinas circulares" en el que se narraba la experiencia de un joven muchacho al que tras una noche de descontrol en una orgía y tras haber bebido de mas, le había quedado su circulo en ruinas. Otro de los cuentos que llamaban la atención en dicha publicación era "La biblioteca de Mabel", que narraba las aventuras amorosas de una joven bibliotecaria y los estudiantes que allí acudían a buscar sus libros.

Pero fue en una de sus tan recordadas conferencias en la que Jorge Luis Serrano mencionó la Sarandanga por primera y única vez, mas precisamente en aquella que titulara "El tiempo infinito de esperar el 78". Conferencia que brindara en Buenos Aires subido a un estrado pequeño en el parque "Los andes" ante no mas de tres personas. En aquella conferencia, (A la que no pude acudir por encontrarme en mi país de origen) el eminente literato se refería a los pensamientos que la mente humana elucubra al aguardaar un ómnibus que no llega. Decía el genio:

"La finitud de la espera, se contrapone con el infinito redundante de la duda que plantea la angustia que ésta provoca. El planteo que suele hacerse el hombre desde su raciocinio ilimitado es el que lo lleva a dudar acerca de la existencia real de ese ómnibus, de ese medio de traslado hacia otro espacio donde, tras el arribo, el tiempo carece de importancia nuevamente. La necesidad de plantearse la existencia o no de ese medio de transporte lleva al individuo a inventar otros medios diferentes, aunque similares. La invención del taxi es la mas absoluta demostración acerca de que el razonamiento del hombre no permanece a solas esperando que se haga realidad su pensamiento, sino que a traves de una propuesta metafísica decide crear el nuevo medio (el taxi), medio al que aborda para notar de inmediato, con desprecio y desazón que el primer medio imaginado y esperado (el omnibus, en este caso el 78) acude inmediatamente a posteriori de la materialización del segundo medio que se pensó. En definitiva cuando uno se hartó de que el tiempo sobrepase las espectativas del omnibus y se decide cambiar el medio de transporte e inmediatamente depués de que uno se subió nota la llegada del tardío colectivo, pues allí es donde se produce "La sarandanga": en la conjunción del medio esperado, el nuevo medio inventado y la distancia con angustia a ser recorrida, ese conjunto de espacio, medio y estado anímico, es un espacio similar a un agujero negro espacial , a que llamamos "La sarandanga""

No puedo confrmar que efectivamente Jorge Luis Serrano haya brindado esta reveladora conferencia, pues fue en un escrito que encontré en el cuaderno de mi mejor amigo, (que según dice si estuvo presente ante dicha exposición), en que me baso al pensar que Serrano, mencionó a la Sarandanga.
Espero que, a pesar de la imposibilidad de demostrar la veracidad de dichas palabras, usted pueda encontrar, alli , en el pais donde la conferencia fue dictada , datos fehacientes que lo lleven a encontrar el verdadero sentido de La sarandanga
Atte.
Juan José del Rosario de las Mercedes del Sagrado Corazón De Jesús De La Cruz. (Juanjo)

Así culminaba el correro electrónico, así comenzaba una nueva pesquiza por mi parte tras una pista que quizas, esta vez sí, sea la correcta.
A seguir buscando, pues

lunes, 5 de octubre de 2009

La cofradía de "La sarandanga"









Uniforme de los integrantes
de la cofradía de "La Sarandanga"


Corría el año 1964. Como siempre mi tío Aníbal estaba borracho, con el resabio de haber pasado una noche en la casa de masajes "La gomosa" del partido de Morón. Como nunca, mi tía Adelmira se hartó de él y lo dejó a su merced; a la deriva en ese océano de alcohol en el que el hermano de mi padre solía naufragar a ciegas.

Presa del dolor, el tío, según cuentan los vecinos que lo oyeron hasta dos cuadras a la redonda, gritó con la tenacidad y la fuerza de un orangután en período de celo: "Por fin te vas vieja odiosa!...Ya me tenías los huevos llenos... las pelotas por el piso... completas, me las tenías... llevate a ese loro que no para de hablar y que es mas feo que la mierda... Si, de tu hermana estoy hablando... llevátela y no vuelvan nunca!"

Al tío Anibal le llevó varias horas comprender que quien había sido expulsado de su casa era él, y no como creía, (producto de su borrachera), que la que se había retirado del hogar era su cónyuge.

La resaca hacía estragos en su cabeza y el dolor punzante en la nuca lo acercó de inmediato a la realidad: Sin un centavo, sin techo y sin otro valor más que su pequeña y vacía petaca de metal, Aníbal Ezpeleta, se vio obligado a caminar el trecho que lo separaba de su ya inexistente nido de amor, en el barrio Gaona, (partido de Morón , atrás del palomar) hasta la casa de mis padres (que es la que hoy habito en soledad) en el glorioso barrio de la chacarita.

Aquella peregrinación plagada de falta de voluntad, de casancio y de vómitos que se repetían cada doscientos metros, cambiaría la vida de mi tío, y según cuenta la historia, también la de mi querido país, la Argentina.

El viejo Anibal ya había caminado (perdido cual DNI en un recital) durante mas de 18 días continuos sin hallar siquiera un pasaje, negocio o plazoleta que le resultasen conocidos. Un tanto desorientado, sediento y con los estragos que el frío provocaba en su áspera piel, decidió entrar a un bar para consultar respecto de la ubicación de la avenida Federico Lacroze, del barrio de la chacarita, punto desde el cual el bajo y calvo hermano de mi padre sabía ubicarse hasta llegar a la calle Olleros (a una cuadra) donde mi familia poseía su tan amado hogar.

Un silencio sepulcral invadió el ambiente de aquel bar donde once individuos que llevaban atuendos extraños observaron estupefactos a aquel hombre que había ingresado al establecimiento en calzoncillos, con unas bragas de mujer en la cabeza, tacos altos y marcas de lápiz labial en el cuello. Aquella entrada poco triunfal, sin duda representaba un espectáculo único, Dantesco.

El bar permanecía a oscuras y sólo la luz de dos candelabros hacía que las sombras y los destellos de sus llamas danzaran frenéticas sobre las paredes de aquel ambiente que olía a almizcle, azufre y milanesa frita. Eran las tres de la mañana, y el hombre que parecía presidir aquella misteriosa reunión se acerco al tío y, asombrado dijo: "Hermano, estas en el "Torreon del monje", en la ciudad de Mar del Plata... y tu buscas la Chacarita... ¡Traigan el libro de las profecías!"; tras unos segundos de pasividad por parte del resto de aquellos hombres extrañamente uniformados el líder se dirigió a un muchacho ubicado en el sector mas lejano de la mesa y dijo: "Lopecito, no sea imbécil, traigame el libro de las profecías". Lopecito miró con recelo al tío Anibal y obedeció. El libro de las profecías era una libreta de almacenero que permanecía guardada en una pequeña lata de té que a su vez estaba cerrada por un candado que el gran líder abrió con dificultad. Luego de un extraño ritual en el que todos los hombres entonaron una melodía en un idioma extraño , similar al jeringozo (pero que no era dialecto rosarino), el lider leyó en voz alta la página central del pequeño anotador: "El elegido llegará a nosotros, cuerpo de hombre , calzado de mujer , en busqueda de la tierra de los muertos"

"El elegido, llegó el elegido, el elegido, llegó el elegido..." cantaban todos entonando los versos como si se tratase de una canción de cancha.

Cinco minutos mas tarde, el grupo de extraños hombres estaba bañando a tío Aníbal en el piletón donde se asean las copas en el torreón del monje, no porque aquel acto formara parte de una especie de ritual de iniciación, sino porque el tío despedía un hedor nauseabundo, mezla de perro mojado, salame tandilense y queso roquefort. Luego, si, comenzó el ritual de iniciación: en la cúpula del viejo torreón azotaban a Anibal con diferentes látigos de varias colas y con semillas de arboles arrojadas a poca distancia con el viejo sistema del rulero y el globo. El tio pegaba alaridos e insultaba sin cesar a aquellos bestiales iniciadores que emulaban a Torquemada en la antigua inquisición.

"Ha llegado a la cofradía
y ha de ser bienvenido
pues este pelado que hedía
resultó ser el elegido"

El grupo entero cantaba y danzaba alrededor del Anibal realizando movimientos similares a los del charleston de los años 20, cosa que resultaba del todo lógica ya que aquellos Pseudo Masones vestian como bailarinas de casa de burlesque de la chicago de los años que precedieron al crack del 30´. Una corona de plumas fue colocada sobre la testa de Anibal que sólo repetía de manera desesperada: "Sólo quiero llegar a Chacarita, dejenme de joder!"

Cuatro horas duró aquel ritual, aquel tormento. Finalmente y luego de convencerlo con métodos convencionales y otros no tanto, Anibal Ezpeleta había aceptado convertirse en el lider espiritual de aquella secta clandestina , que tenía como objetivo la transmision de la cultura popular de los gnomos de la checoslovaquia septentrional, ligados directamente con la "magia lila" (la magia lila no es otra cosa que la magia roja combinada con un poquito de magia azul, que produce, por lo general cosas benignas).

Lopecito, quien había llegado a la cofradía con el severo convencimiento de que debería ser él en persona quien rigiera los destinos de la clandestina institución, jamás vio con buenos ojos la designación de Anibal Ezpeleta como el Guia de aquellos espiritus sensibles aglomerados por una causa común.

Borracho por el deseo de poder, embriagado por las mieles de un delirio místico incontrolable, el joven Lopecito insistía en que aquellos individuos enfundados en vestidos de lentejuelas y coronados con coquetas plumas de pavo real, debían Ganarse la confianza de los hombres y mujeres ligados al poder de nuestra querida patria con el oscuro fin de digitar la vida de los ciudadanos en base a la brujería.

Todos se reían de Lopecito, a quien creían un delirante que jamás llegaría a nada y a quien el tío Anibal bautizó como "El brujo chupachotos", cosa que a Lopecito no le agradó de ningún modo y que, de hecho, provocó la ira de aquel oscuro individuo de ojos claros.

Los celos y la venganza convirtieron el liderazgo del tío Anibal al frente de la cofradía en un verdadero calvario. Acciones como romperle los pantalones en la zona de las posaderas, o ponerle sal al café, o llenarle de materia fecal de gallina el picaporte de sus aposentos, fueron algunas de las maldades sufridas por parte de mi tio Anibal, quien harto de sus idioteces, decidió despedir al insoportable "Brujo chupachotos".

Los súbditos de la cofradía se ofrecieron para liquidar a Lopecito, cosa que Anibal negó categóricamente: "No vale la pena gastar polvora en boludos", déjenlo vivir.

Aquel acto de misericordia fue el peor error que pudo cometer mi tío.

Despechado por el destierro, Lopecito juró vengarse y aseguró que, como un Rasputín de las pampas se convertiría en el obscuro e invisible dueño de poder de la Argentina que se avecinaba.
Un año mas tarde la profecía del odiable personaje se llevaba a cabo. En un seminario de espiritismo brindado en la sede de Santos Tesei de la escuela Científica Basilio, titulado "Magia de la mejor y un poco de la mas chota", Lopecito conoció a la esposa de un general que por aquel momento permanecía proscripto de la escena política nacional.

Casi ocho años despues, Lopecito, que además de ser un idiota resentido, era cabo de la policía retirado, llegaba al país para desmembrar al movimiento que con su lucha había logrado la vuelta del proscripto líder de quien ahora "el brujo chupachotos" era el guía espiritual.
Una vez convertido en Comisario general de la Policía Federal, Lopecito comenzó la busqueda de aquel grupo clandestino que lo había expulsado, y gracias a quien su resentimiento había llegado a límites insospechados. Encotraría a los integrantes de "La sarandanga" y se vengaría de ellos uno a uno.

A sabiendas del ingreso a las huestes del poder por parte de Lopecito, de la mano de tío Aníbal, la cofradía de "La sarandanga" pasó a la recontraclandestinidad para, decididamente, convertirse en uno de los ejercitos armados del pueblo, dejando atrás las infértiles e infantiles discusiones acerca de la Magia Lila y los gnomos de la Checoslovaquia septentrional, y dedicarse así a una cuestion seria y de vital importancia: combatir a aquella horda de traidores que habían cambiado la manera de pensar del querido lider, otrora popular y generoso.

De más está decir que los registros escritos de la cofradía de "La sarandaga" fueron destruidos para preservar la integridad de aquellos quienes supieron integrarla, quedando sanamente en nuestra memoria la lucha de aquellos que decidieron hipotecar su futuro, para poder asegurar el nuestro.

Cuenta la leyenda que los ex integrantes de la cofradía de "La Sarandanga" , luego convertido en el EPA (Ejercito Popular Argentino) fueron los autores de una copla que, a pesar del tiempo, quedaría grabada en en la memoria colectiva de nuestra patria:

"Que pasa, que pasa
que pasa General
que hay tanto gorila
en el gobierno nacional"

Aquel camino sinuoso que tomara El tío Anibal, producto de la joda y el chupi, había por fin encontrado su cauce de rectitud heróica que finalmente nos brindaría un ejempo infinito.

Sin documentación alguna, sin saber la verdad a ciencia cierta, sin poder demostrar la existencia de aquella cofradía del torreón del monje, he de seguir en la busqueda de la sarandanga y de documentos que la avalen como tal, pero al menos, debo agradecer al hermano mayor de mi padre la enseñanza de la lucha,que, afortunadamente, permanece en mí como un mandato imborrable.

Para despedirme, solo puedo dejarles aquella inolvidable frase del che Guevara, que siempre guía mis caminos: "Hasta la victoria siempre" y para quienes no la comprendan, les dejo la frase del gran revolucionario en forma de remake pedorra de director de cine yanki :"Retroceder nunca , rendirse jamás".

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La Sarandanga y el primer payaso negro de la República de Burundi







Con esta sonrisa el payaso "Tanganica",
llenaba de alegria a los niños de Burundi


_ Según el registro Nacional de las personas de Burundi, Teté Mbwebe nació el 12 de abril de 1953, a la temprana edad de 4 años. El niño de cabello crespo, piel oscura y enormes manos, acudió por sus propios medios a solicitar que la justicia le otorgara un documento que acreditara su identidad.
Teté Mwebe era hijo de un Albañil que había sido enjuiciado en mas de una oportunidad por mala praxis al construir chozas de juncos de manera defectuosa. Es que Murumbu Mwebe tenía la ilusión de poder fabricar chozas con entrepisos donde los niños pudiesen dormir tranquilos, en tanto que sus padres, en planta baja, escucharían por radio al popular negro Orowundi. El problema radicaba en que el junco no resultaba, por lo general, un material resistente y los chicos caían , sin ningun tipo de protección, sobre las cabezas de los desprevenidos padres que resultaban en su mayoría, heridos y hasta infartados por el susto que les provocaba, según decían, "ver negritos caer del cielo". La obsesión de Murumbu había nacido producto de una fotografía que siempre veía en casa de su suegro, Smwali Katembe. Aquella fotografía no era otra cosa que una vieja postal de un lugar llamado Buenos Aires, y había ido a parar a Burundi en el morral de un explorador chipriota al que Smwali se había devorado con unas "papas pai" hacía no menos de veinticinco años. Smwali Katembe era caníbal, y Murumbu siempre agradecía el hecho de que el anciano se hubiera quedado ya sin dientes auque siempre temía que alguna vez, enojado, se lo manducara, ya blandito, luego de haberlo hervido en un caldo de choclo. De todas maneras el código gastronómico de las tribus caníbales no incluye a familiares dentro del menú, motivo más que suficiente para que Murumbu ni pensara en separarse, o tan siquiera en enviudar, para seguir perteneciendo a aquel círculo tan particularmente selecto. Por otra parte, Murumbu trataba siempre de evitar las invitaciones de su suegro "a comer un asadito" tal como el anciano solía decir. Aquella postal que mostraba los altos edificios de Buenos Aires, y que el explorador chipriota llevaba consigo al ser capturado para luego ser convertido en un "explorador al marsala con salsa bechamel", había cautivado al albañil que juró convertirse en el primer constructor de chozas de mas de una planta de todo Africa.

Luego del cuarto litigio y de que su suegro le hiciera el favor de devorarse a cada juez que entendió en la causa declarándolo culpable, Murumbu se dio por vencido y cayó en una profunda depresión que lo llevó a convertirse en presa de una adicción insostenible: el agua potable. El padre del joven Teté gastaba todos sus ingresos, los de su esposa, e incluso los ahorros del pobre niño, en adquirir aquel bien de lujo que no sólo bebía sino que también, en un acto de demencia, usaba para bañarse día por medio. Tal acto de derroche llevó a Murumbu a deberle a la mafia del agua potable mas de un millón de francos burundianos. Un día, al ver a su padre llorando, colgando de un arbol, atado de un pie por una soga de hilo sisal, el joven Teté tomó dos decisiones fundamentales, la primera: bajar a su padre de aquel arbol donde los sicarios de la mafia acuífera lo habían colgado; la segunda: se juró a sí mismo no ser un fracasado inepto como su infeliz padre; seguiría sus instintos y dedicaría su vida al mundo del espectáculo y el entretenimiento. Teté pensó, con acierto, que aquel era el momento ideal para contarle a su progenitor la elección profesional que había hecho pocos dias atrás: El benjamín de los Mwebe había decidido ser payaso, el primer payaso negro del Africa Central. A pesar de seguir pendiendo de aquel árbol (debido a la sabia decisión de Tete de comunicarle primero su deseo vocacional y luego, cuando su padre estuviera mas calmo, desatarlo), Murumbu comenzó a lanzar golpes de puño a su pequeño hijo, que éste con la agilidad de un simio joven y bien alimentado, esquivaba brindando un espectáculo sin igual. Unos niños que paseaban por el lugar comenzaron a reír sin cesar y fueron en busca de otros querubines que también se deleitaban al observar a aquel adulto pendulante que procuraba golpear al escurridizo infante. El espectáculo montado por padre e hijo, se hizo sumamente popular en la aldea de "Kelelelewelwelewlelelelonga" (lugar de donde eran nativos los Mwembe). Todos los viernes, sabados y domingos a las 20 horas y por el módico precio de 15 francos burundianos, el dúo ofrecía aquel espectáculo clownesco que con el correr del tiempo, se fue volviendo un clásico de los fines de semana de aquella pequeña aldea del sur de Burundi. La primera experiencia del joven Teté como payaso había sido totalmente exitosa. Con el correr de los años el jovencito fue ganando fama, popularidad, cariño y mucho, pero mucho dinero. Ahora Teté era conocido como el "Payaso Tanganica", nombre que había adquirido en honor al lago central del continente africano que su país, Burundi, compartía con la República Democrática de Congo, Zambia y Tanzania.

Dicho nombre le traería al joven artista sendos problemas, ya que el payaso "Tandarica", un clown rumano radicado en la Argentina, lo denunció por plagio en la ADECLOPAYAMUN (Asociación de clowns y payasos del mundo), por considerar el nombre elegido por el joven teté como una burda copia de su nombre artístico.

Nuevamente los juicios habían entrado en la perturbada existencia de la familia Mwebe. Lamentablemente, el abuelo Smwali, ya no podía devorarse a los jueces que entendían en la causa. El anciano estaba forzado, por prescripción médica, a realizar una dieta a base de vegetales, por lo que sólo podía ingerir personas en estado comatoso de grado 4.

Teté Mwali perdió toda su fortuna. Los programas de chimentos de Burundi, lo mostraban cada vez más destruido, descuidado y obeso, debido (y volvía a repetirse la historia familiar) a una severa adicción a los palitos de la selva.

El shaman de la Aldea acudió en su ayuda y le sugirió que se internara en una clínica que era conocida por los integrantes de la tribu como "La timbaleta, spa, relax & resort." Una vez recuperado de su adicción a los dulces, Teté Mwebe juró vengarse del Rumano insensato. Viajaría a Buenos Aires con el único fin de saciar su sed de revancha. Tomó el poco dinero que le quedaba y sacó un pasaje con destino a la "Reina del Plata". Debió tomar una identidad falsa, para poder salir del país, puesto que pesaba sobre él un pedido de captura por haberle hecho la broma de la flor con el agua al mismísimo Idi Amin, en una visita que el líder ugandés realizara en secreto al ministro de pesca de su país.

La identidad que tomó el primer payaso negro del Africa Central, fue la de una mujer: Sara Mdanga. Con un pasaporte falso y a la edad de 34 años, el payaso de ébano había ingresado al país con el fin de liquidar a su asérrimo enemigo. Lo que Teté no sabía era que el histórico mozo y clown Rumano había dejado la Argentina para radicarse definitivamente en su país de origen. Luego de intensos años de busqueda estéril, Teté Mbwebe, que en la Argentina no era otra que Sara Mndanga, tomó la decisión de dar por concluida su búsqueda. Harto de vivir una vida que no era la suya y de que lo confundieran con Anamá Ferreyra, Teté Mwebe, alias, el payaso Tanganica, alias Sara Mndanga, decidió ponerle fin a su vida. Cosa que jamás pudo hacer ya que, una vez que llevó su revolver a su sien, del frío caño no surgió una bala , sino una banderita que llevaba inscripta la onomatopeya "bang".

Triste, sin siquiera poder suicidarse, Teté decidió retomar su vida masculina, y hoy vende bijuterie, que exhibe sobre un paraguas, en la avenida Corrientes.

Mil veces he intentado consultarlo acerca de si era cierto aquel nombre que utilizaba para su alter ego femenino: Sara Mndanga. Siempre respondió lo mismo: "no habla español".

Sin su testimonio, y sin documentos reales que acrediten su existencia como mujer, jamas llegaré a saber, si el primer payaso negro del africa central, fue durante algun pasaje de su vida "la Sara Mndanga"; O "La sarandanga", que es lo único que me motiva.

Seguiré en la busqueda, pues.









jueves, 17 de septiembre de 2009

Cabaret "La sarandanga"


Tio Amor, firmando un autógrafo
de parte de Severino Ferreyra



Tal vez pocos recuerden el nombre de Severino Ferreyra. Siendo justos creo que el único que recordaba su existencia con tenacidad (y lo hacía con ímpetu de un verdadero amigo ) era mi tío Amor Claridad Spinetto, (si, dedujeron bien , el padre de mi tío, es decir mi abuelo, era anarquista) un violento y adinerado hombre de negocios de la noche, que si bien conmigo siempre tuvo la dulzura de una manzana acaramelada de un domingo por la tarde en la plaza Irlanda, con el resto de los mortales era un salvaje buscapleitos; un explotador de menores, un tratante de blancas, que además, tenía la costumbre de perder todo lo que ganaba "honradamente" en garitos clandestinos donde el siete y medio, el mus y el truco eran las vedettes principales de aquellos tugurios plagados de humo donde la luz apenas llegaba a iluminar el verde paño de las mesas de juego.

Ese era mi tio Amor a quien sus amigos bautizaron como "el Animal". Y si bien habrán notado ustedes el caracter bestial del hermano de mi madre, debo decir que el tío tambien tenía un costado sensible y profundo que solía mostrar valiéndose de su amor por la musica, mas precisamente por el tango. Según cuenta la mitología familiar, el tío Amor llegó a conocer personalmente a grandes exponentes del dos por cuatro tales como Manzi, Troilo, Floreal, el colorado Varela, Rivero, y hasta a un joven renovador del género: un tal Roberto Goyeneche. Pero la debilidad arrabalera de aquel urso de dos metros dos no era otra que la aflautada voz de un tal Severino Ferreyra , con quien mi tío supo mantener una estrecha amistad que dio su comienzo en la decada del 40.


Cuenta mi tío Amor en su diario intimo, que conoció a Ferreyra una noche encontrándose en un estado deplorable (Mi tio, no Severino): Borracho, sin dinero y con el ácido olor del vomito perfumandole las solapas. Sin un morlaco disponible para la timba y sin siquiera diez centavos para saciar su adicción al "quebracho, "El animal" comenzó a tornarse una especie de huracán verborrágico que despotricaba a troche y moche contra el resto de los presentes con insultos tan originales como soeces como "si no me prestan la guita me culeo a todas sus hermanas" "¿que mirás puto?" o "te voy a dejar el ojete lleno de patadas de puntín derecho".


Cuenta el tío en su diario, que desde un oscuro rincón y apareciendo entre la espesa niebla de nicotina, la figura de Severino Ferreyra se abrió paso entre los presentes.


Cito la descripción textual de aquel personaje, tal como el diario lo retrata a partir de una caligrafía inmunda y sendos "horrores" de ortografía: "resulta que se me aparese este punto... muy fifí el tipo, tamangos "acharolados" bigotito a lo frances, un "jetra" de color mandarina y un sombrero en compocé... ahi nomas pencé... uy este es un carolazo de prima... un adorador de glandes, un somelier de porongas, un puto "fers clas"... pero cuando puso la guita en el verde paño y me dijo que me tomara lo que quisiera y que agarrara la biyuya par jugar un par de manos al 7 y medio , me dije "que cabayero, que dandy, como me equivoque con este punto"...


En fin, las palabras del diario del tío reflejan a las claras aquel momento en que, del prejuicio injustficado pasó al sano juicio acerca de una persona que al percibir su penar acudió, como sólo un hombre de ley lo hace, en ayuda de un desconocido. Media hora, cuatro manos y tres litros de "bols" mas tarde, al tío se le había vuelto a acabar el dinero, y, según consta en el diario, con una mano tomaba del cuello a Severino sosteniendolo en el aire y con la otra le propinaba sendos cachetazos de revés al grito de "putazo acaramelado dame mas vento o te deshueso en vivo y en directo y te lastro crudo con unas papas "nuasé"". Severino Accedió nuevamente al préstamo, esta vez con lágrimas e hilos de sangre recorriendo la geografía de su rostro. A partir de allí , como en el recordado final de Casablanca, podemos decir que "aquel fue el comienzo de una bella amistad".


Luego el tío supo que Severino Ferreyra era cantante de tangos. Que a sus 22 años ya había grabado con la Odeón su primer sencillo, uno de esos discos pequeños que sólo poseía dos temas: "La perdi toda por la merluza" (la historía de un milonario adicto al pescado sin espinas) y "La que se fue fuiste vos, ahora jodete". La afinada (en todo sentido, pues afinaba y tenía voz aguda) voz de Ferreyra conquistó los oídos y el corazón del tío Amor, quien juró devolverle aquel favor que el cantor le hizo sin siquiera conocerlo. Cito el diario: "yo te voy a hacer bueno de verdá... conmigo vas a conocer lo que es vivir posta... vos conmigo vas a ser famoso... yo voy a ser tu representante... vos conmigo vas a conocer todos los cabarulos del ispa, conmigo vas a poder ir a todos lados... a vos y a mi nos van a dejar entrar hasta en "La sarandanga".

Demas está decir que en el momento en que mis ojos, ya un tanto cansados de leer, descubrieron aquellas dos palabras, comencé a sudar frío. La adrenalina se apoderó de mí y empecé a gritar como un loco, despertando a medio hospital, no así al tío, que con sus 114 años y en la cama de la habitación 314 del sanatorio "La obesidad" se encontraba en un coma etílico semi irreversible, motivo por el cual yo me encontraba cuidándolo aquella noche.


En el diario de mi querido tío figuraba aquello que hasta el día de hoy me obsesiona: "nos van a dejar a entrar hasta en "la sarandanga"" es decir que en el contexto en el que aparecía planteado, el concepto de "la sarandanga" no era otra cosa que un viejo cabaret al que acudía la "creme" de los tangueros de aquella época. Tenía el dato que tanto necesitaba, de manera que salí raudo de la habitación con la velocidad de un guepardo. Al retirarme sentí un pequeño tiron a la altura de mi empeine que me produjo un tropezón y posterior caída que provocó la ruptura de dos de mis dientes frontales superiores. Pero aquello no me detuvo y con la boca empapada en sangre seguí mi camino hacia el estudio ubicado en la habitación mas lejana de mi antigua casa del barrio de chacarita.



No había en mis informes, ni en mis investigaciones previas ninguna conexion entre "la sarandanga" y los viejos cabarets de buenos Aires, de manera que decidí concurrir nuevamente al hospital para consultar a mi tío Amor acerca de aquella precisa referencia que en su viejo diario íntimo aparecía.

Cuando llegué a la habitación, la cama de mi tio Amor estaba vacía. Al consultar a la enfermera acerca de mi querido pariente, ésta me informó que había fallecido producto de un descuido: alguien habia desenchufado el respirador artificial y el pobrecito anciano había fenecido producto de la asfixia. Luego lo recordé: aquel torpe tropezón se había producido como consecuencia de haberme llevado el cable del sofisticado aparato por delante. Había perdido al único que podía decirme que era "la sarandanga". Desesperado consulte a la enfermera si el tío antes de morir había hecho alguna refrencia respecto de un viejo cabaret, o de algo denominado "la sarandanga" La enfermera, llena de asombro, me respondió con una pregunta: "¿Cómo lo supo? precisamente las últimas palabras de su tío fueron esas: "la sarandanga", sólo eso". Una mezcla de impotencia y angustia se combinaron en mi laringe. Abatido, y con el conocimiento de que el tío Amor sabía algo y que por mi prejuicio academico jamas había tenido la sapiencia de consultarlo, decidí abandonar aquella habitación para siempre. Mas en ese momento, un débil hilo de voz se dejó escuchar a mis espaldas.

-"Pibe, venga, pibe"- el compañero de habitación de mi ya fallecido tío me llamaba, casi impotente, para que acudiera en su ayuda.

- "Mi nombre es Severino Ferreyra, yo era amigo de su tío...llegamos aquí producto de una intoxicación con un vino adulterado... las palabras que dijo..."

En ese momento un estertor conmovió la humanidad del anciano.

_ "dijo la sarandanga"

- "¿Que es la sarandanga? dígamelo buen hombre"- En ese momento noté que la vida de aquel ser humano hecho una sombra se iba apagando y comencé a desesperarme- "digame , digame lo que es la sarandanga! digamelo!" lo sarandeaba cada vez mas fuerte, con cada sacudida el ínfimo y fláccido cuello de aquel viejecillo se iba debilitando mas y mas dejando al azar la tarea de manejar el destino de su testa. Finalmente se decidió a hablar, justo cuando el monitor cardíaco sonaba como el tono de ocupado de un teléfono de línea.

"La sarandanga es..."

El dibujo de la línea fluctuante del monitor se convirtió en una recta perfecta, en un horizonte de desazón. Severino Ferreyra había muerto. Con el se habían ido 3 discos grabados, igual cantidad de ejemplares vendidos y el secreto de aquello que me obsesiona y que hace tanto tiempo estoy buscando: la sarandanga.

Seguí la pista del cabaret durante un lustro, mas no hallé ninguna conexión entre "la sarandanga" y algún cabaret, tugurio o establecimiento relacionado con la década del cuarenta ni con el tango. Incluso mandé una carta a la institución que mas conoce de tango en el mundo : "El Instituto Internacional de Tango y Milonga de Tokio" que me respondió de inmediato, aunque en japonés. Luego de convencer al tintorero del barrio para que tradujera dicha respuesta, supe cual había sido: "La verdad, no tenemos ni la mas puta idea de lo que es la sarandanga"

Así decidí abandonar aquel dato y seguir buscando por otros horizontes, diferentes a aquel trazado por el monitor cardíaco de Severino Ferreyra, a quien hoy, sólo yo recuerdo.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Una duda cualquiera

"Hace frío y estoy lejos de casa", pienso mientras, sentado sobre una piedra en la estación de Bernal, el viento de zona sur me taladra las orejas que, de no ser porque sostienen mis anteojos, me las sacaría y me las volvería a poner una vez dentro de un lugar donde el chiflete no las castigue. Estas palabras que estoy volcando sobre el diminuto bolet...



(viene del boleto de tren) Ya estoy cobijado por el calor del hogar y las palabras que ahora escribo se expanden como un vómito de mi estilográfica sobre mi diario personal (debo reconocer que se trata de un vómito permanente y continuo, prolijo , sin salpicaduras, un vómito que se parece demasiado poco a un vómito, ... por lo que admito que la metáfora utilizada por mi "yo poético" respecto de la tinta , la lapicera fuente y el vómito, es una porquería).




Hoy fue un día muy fructífero: por la mañana comí una banana y tres manzanas, por la tarde dos duraznos y hacia la media noche me levanté con la urgente necesidad de engullir un cuarto kilo de frutillas. La urgente necesidad volvió a repetirse, pero a las tres de la mañana y no se trató precisamente de la necesidad de comer frutas, sino mas bien, del requisito de acudir a baño con la velocidad de una gacela, pero a su vez, con el paso entrecruzado de las piernas traseras de una hiena.




Mi indisposición intestinal me llevó a quedarme, casi obligadamente, al cobijo de mi edredón azul impreso con palomitas rosas.




La inesperada enfermedad me llevó a hacer algo que pocas veces hago , ya que mi búsqueda incesante de la "SARANDANGA" no me lo permite al dejarme sin tiempo: mirar televisión. Y fue el tubo de rayos catódicos de mi "Drean" blanco y negro de 14 pulgadas, quien me iluminó, no en sentido literal , sino en sentido metafórico: en un aviso publicitario, un hombre entrecano mostraba sendas mejorías respecto de un resfrío que lo había dejado tan inútil como una dentadura postiza a la hora de comer un sanguche de vacío. Ya cuando el hombre apareció mostrándose feliz y abrazando a su esposa en un mágico final de cuentos, una leyenda sobreimpresa en la parte inferior de la pantalla fue la que llamó mi atención y me brindó la iluminación y el camino por el que intentaré transcurrir ni bien mi malestar intestinal me lo permita. La leyenda era simple, directa, concisa: "Ante cualquier duda, consulte a su médico". Allí estaba la respuesta, sencilla , contundente: mis días de angustia, de ignorancia, de saber profano, pronto terminarían... ¿Cómo no lo había pensado antes ? "Ante cualquier duda , consulte a su medico" el pequeño televisor se presentó ante mí como si se tratase del viejo oráculo de Tebas. Mi médico resolvería mi duda mas grande: ¿Que viene siendo la SARANDANGA?" Ese era el camino: seguramente mi Proctólogo sabría perfectamente qué era la SARANANGA. Pues como todos sabemos, los médicos son esa raza superior que todo lo conoce, que todo lo impone y que sin mas recursos que un título colgado en la pared, pueden introducirnos su dedo mayor en el recto anal si que uno siquiera atine a cuestionar dicha acción. Y si hay alguien que tiene la sabiduría suficiente como para vejar nuestro orificio sagrado sin cuestionamientos, ese alguien merece nuestra confianza como para ser consultado acerca de la SARANDANGA.


Finalmente me repuse.


Apenas ingresé al consultorio del doctor Juan Carlos Gelatti supe que de allí no me iría sin antes llevarme algo. Su saludo, al estrecharme la mano, me produjo, como siempre, la fría sensación de estar presionando una brótola prescada pocas horas antes. Pero a diferencia respecto de consultas anteriores, esta vez me detuve a estudiar cuidadosamente la anatomía de esa extremidad colegiada. Los dedos finos y largos culminaban en puntas redondeadas, producto de unas uñas prolijamente comidas. Mi veloz sinápsis mental me hizo llegar a conclusiones que se fijaron en mi mente como imágenes imborrables. Imágenes que hoy en día me arrepiento de haber fijado dentro de mi. Pensé (y disculpen si, producto de mi desazón, no logro reservar dichas fotografías mentales sólo para mi persona) que, en un proctologo el rasgo de comerse las uñas era un rasgo curioso. Un rasgo de cuidado hacia el prójimo y de desprecio hacia si mismo. Imaginemos que, por ejemplo, el galeno tuviera como afición extracurricular tocar el charango; ese noble instrumento del norte de nuestro país que para sonar con fuerza y convicción requiere que su ejecutante posea unas uñas extremadamente largas y endurecidas... imaginemos la consulta ... mejor no imaginemos mas... dejemos la imaginación de lado y vayamos a lo que nos ocupa.


Prosigo con el relato:


Apenas me disponía a plantearle mi duda al Doctor Gelatti, cuando éste con tono demandante dijo: "Bájese los pantalones hasta las rodillas y acuéstese en la camilla decúbito dorsal" (así es como los médicos se refieren a acostarse boca abajo). Intenté explicarle que mi consulta no requería de examen medico alguno, pero su frase tan clásica como efectiva me dejó inmóvil y sin reacción: "Acá el que sabe soy yo". Y era cierto, si por algo había acudido a su consultorio era justamente por eso, porque él era el que sabía.


Estaba en sus manos. Debo reconocer que una vez acostado semidesnudo sobre la camilla, al escuchar el chispazo de la goma del guante pegar contra el antebrazo de Juan Carlos (a esta altura llamarlo "doctor" o "Gellatti", parece un exceso de formalidad) sentí un escalofrío que recorrío mi espalda como si se tratase de un ejercito de hormigas con patas de hielo. Pero todo investigador debe enfrentarse a los riesgos que su pesquiza conlleva. De manera que mientras Juanca (cada vez teníamos mas confianza) llevaba a cabo su trabajo, me animé a preguntarle (admito que con los dientes apretados) "Doctor ¿que viene siendo la sarandanga?". Ése fue el momento en que descubrí que "juanqui" no era la persona indicada para ser consultada respecto de la sarandanga. Pude sentir como la musculatura de su dedo mayor se tensaba y como cada una las falanges del dedo del doctor se alineaban para transformarse en una especie de columna Jónica en mi interior.


"La sarandanga...- comenzó su explicación con los músculos de su cuello tensados por el odio y mientras revolvía mi interior con violencia inuscitada- La sarandanga es una región de la selva de Mali, en el África... Región donde infinidad de niños pobres necesitan de la ayuda de los médicos del mundo, donde la solidaridad se hace carne cada vez que un Galeno del planeta acude en ayuda de esos pobre niños desprotegidos... La SARANDANGA- Repitió enérgico y sin dejar de realizar el tacto rectal mientras mis lágrimas brotaban de mis ojos cada vez con mas frecuencia- La sarandanga es el lugar donde vive la hija de mil puta de mi ex mujer con su novio negro... un residente de bostwana que se la llevo hace 5 años... eso es la sarandanga.. una selva del orto en el medio del África". A esta altura mis lágrimas habían igualado en metros cúbicos a la cantidad de agua salada que precisa un sunami para arrasar con media costa Asiática.


"Y ahora váyase y no venga nunca mas". Debo decir que de todas maneras, interiormente yo ya había decidido no volver a consultar a aquel facultativo de dedos titánicos.


Dolorido y caminando con dificultad, comencé a retirarme del consultorio, giré la cabeza y vi como aquel hombre, destruido por el recuerdo de la vejación de haber sido abandonado, se quitaba su guante y mordía la uña del dedo mayor de su mano derecha.


Ya en casa y sentado, no esta vez sobre una piedra, sino sobre una bolsa de rolitos de 8 kilos, me dispuse a buscar en un Atlas la región de la selva de la Sarandanga. Demás está decir en ningún mapa de Mali ni ningún otro país africano figura una selva, sabana o estero denominados de dicha manera, por lo cual comprendí que mi búsqueda no había concluido sino que había caído, como de costumbre, en uno de sus habituales intentos fallidos.


En conclusión: Lamento haber revuelto los recuerdos ingratos de un buen hombre. Pero mas lamento aún que esa revolución interna del doctor Gelatti , se viera reflejada y hecha carne en mi persona... muy dentro de mi persona.


jueves, 10 de septiembre de 2009

¿Que viene siendo "La Sarandanga"?

Hace años que intento dar con el significado real del concepto de "sarandanga". Mi curiosidad y mi falta de sabiduría me han llevado a realizar exhaustivas investigaciones a través de las cuales he tenido sendos encuentros con los más altos exponentes del saber universal.

El primero de mis entrevistados no fue otro que el eminente astrónomo nacido en Seattle: el Doctor Carl Sagan, quien, al ser consultado por mi respecto del concepto de Sarandanga respondió: "La sarandanga es ese espacio sutil, inocuo e imperceptible que el hombre debe transcurrir entre un agujero negro y otro, entre Marte y Venus, entre el chino de la vuelta y el Coto de acá a diez cuadras... Es decir, la sarandanga es un espacio a recorrer, a ser reconocido, a ser descubierto, la Sarandanga es la "nada misma" hasta que se vuelve un "Todo" y se resume en un "Algo" que pocos pueden llegar a comprender"

Tras haber dialogado con el doctor Sagan, debo admitir que quedé pasmado, un poco por mi falta de comprensión respecto de los conceptos expuestos por él, y otro poco debido a los 7 grados bajo cero que azotaban la ciudad de Chicago esa gélida mañana.

Pero un verdadero investigador no debe jamás quedarse sólo con la opinión de su primer "entrevistando", De modo que decidí que tal vez, fuese mejor consultar a Maestros de diferentes disciplinas que, quizá, pudieran o pudiesen (no se dice "podrían") ampliar mi umbral de sabiduría basándose en sus vastos conocimientos.

Mi siguiente entrevistado fue el filosofo alemán Karl Marx.
Algunos querrán argumentar que resulta imposible mantener una charla con un hombre fallecido hace ciento veintiséis años. Aquellos que argumenten ésto no son mas que necios ignorantes que desconocen que, de hecho, el espíritu de Karl Marx toma posesión de los cuerpos en vida de todos los estudiantes de sociología de la UBA; por lo cual si uno quisiera o quisiese (no se dice "Quesería") mantener una charla con Marx, sólo basta con esperar a la salida del edificio que esta ahí nomas de la facultad de medicina y consultar a cualquier estudiante de sociología de la siguiente manera: "Señor Marx, para usted, ¿Que es la Sarandanga?" y el joven, que no responde por sí, sino que es un mero interlocutor de la palabra del magistral filósofo, responderá lo que el mismo me respondió aquella tarde de febrero a la salida de un final de "Moralidad y trabajo": "¡La plusvalía es una mierda! pero la Sarandanga es aún peor, porque es inaplicable en un régimen de igualdad social. El capitalismo viene a ser lo mismo que la sarandanga, sólo que la sarandanga es ese estado de joda descerebrada que se instala en una sociedad después del 1 a 1 y en la que todos quieren tener una cuatro por cuatro y tirarse pedos en el mar Caribe, pudiendo recorrer el mundo sin otra intención que la de mostrarle al resto de los mortales que somos mejores que ellos... es decir, la sarandanga es el "post capitalismo" y es casi tan inaplicable como cualquier sistema político y social, salvo, claro está, el comunismo, tan exitoso y bien entendido por líderes como Stalin (que no es el de los caramelos, ese es "Stani").

Marx agarró por Marcelo T. y se fue insultando a diestra y siniestra (sobre todo a la diestra) al grito de "la puta que la parió a la sarandanga"

Debo decir que estuve a un tris (¿Que será un tris?) de abandonar mi investigación. Pero la angustia de saberme ignorante sobre la materia de la sarandanga me hizo recapacitar y tomar la decisión de retomar mi labor.

El siguiente entrevistado fue un erudito, un conocedor del mundillo de lo que en español se conoce como el balonpié, en alemán como el Fusbal y en danés como fodbol. No me refiero a otro que al señor Alejandro Fabri, a quien consulté acerca de la Sarandanga, a lo que el entrecano periodista respondió: "La sarandanga es una jugada muy similar a la rabona. Sabemos que la rabona consiste en pasar un pie por detrás del otro, la sarandanga se trata de lo mismo, de pasar un pie por detrás del otro (salvo que cuando digo "el otro" me refiero al "prójimo" y no al "otro" pie). El primero en aplicar la sarandanga fue el delantero uruguayo Juan Burgueño Pereira que militaba en el Atlanta de la década del 40. El hábil puntero charrúa se enfureció, luego de que el arquero del equipo archirival (Chacarita), el genial Sebastián Gualco, le dijera tras tomar un centro llovido: "cornudo, tu mamá y tu hermana se la soplan a mi viejo los domingos por la tarde" . El dolor que embargó al golero, luego de que el oriental lo golpeara aplicándole la Sarandanga, le duraría hasta el día de su muerte (48 horas después). De mas está decir que el pertinaz delantero Uruguayo fue expulsado y de inmediato, sin ducharse, acudió raudo a comprobar si era cierto que, tanto su madre como su hermana, se la estaban "soplando" al padre de Gualco. Tras comprender que no era así y que los argentinos mentían para provocar la ira de sus rivales, decidió abandonar las filas del equipo bohemio para volver a su querido Danubio de Montevideo donde militó hasta el final de sus días con una destreza que lo llevó a ser seleccionado para integrar la divisa celeste que campeonara en el Maracaná en el año 1950. Cuentan algunos que, emocionado, al levantar la "Jules Rimet" el morocho dijo entre dientes: "y pensar que estoy acá gracias a la sarandanga"

En fin, son tantas las verdades dichas acerca de la Sarandanga que pienso que tal vez jamás llegue a saber de qué se trata realmente. Hace un tiempito no tan lejano, un taxista, uno de esos sabios conocedores de las conjuras ocultas del mundo, me dijo sin escatimar palabras: "pibe la sarandanga es la secta de la madre Teresa de Calcuta, que no murió,que no es una mina... en realidad es un tipo disfrazado que trabaja para la CIA y que mató a Lady Di porque la princesita le choreó el protagonismo de "la bondad mundial".

Incrédulo, yo , al escuchar semejante delirio dudé si preguntarle "¿hermano estas en pedo? o "¿ de donde sacaste semejante pelotudez?". Opté por preguntarle esto último, pero con diplomacia y educación, y el conductor del Taxímetro, con la seguridad que sólo el saber puede brindar, me respondió soberbio: "lo escuche en Radio10".