lunes, 5 de octubre de 2009

La cofradía de "La sarandanga"









Uniforme de los integrantes
de la cofradía de "La Sarandanga"


Corría el año 1964. Como siempre mi tío Aníbal estaba borracho, con el resabio de haber pasado una noche en la casa de masajes "La gomosa" del partido de Morón. Como nunca, mi tía Adelmira se hartó de él y lo dejó a su merced; a la deriva en ese océano de alcohol en el que el hermano de mi padre solía naufragar a ciegas.

Presa del dolor, el tío, según cuentan los vecinos que lo oyeron hasta dos cuadras a la redonda, gritó con la tenacidad y la fuerza de un orangután en período de celo: "Por fin te vas vieja odiosa!...Ya me tenías los huevos llenos... las pelotas por el piso... completas, me las tenías... llevate a ese loro que no para de hablar y que es mas feo que la mierda... Si, de tu hermana estoy hablando... llevátela y no vuelvan nunca!"

Al tío Anibal le llevó varias horas comprender que quien había sido expulsado de su casa era él, y no como creía, (producto de su borrachera), que la que se había retirado del hogar era su cónyuge.

La resaca hacía estragos en su cabeza y el dolor punzante en la nuca lo acercó de inmediato a la realidad: Sin un centavo, sin techo y sin otro valor más que su pequeña y vacía petaca de metal, Aníbal Ezpeleta, se vio obligado a caminar el trecho que lo separaba de su ya inexistente nido de amor, en el barrio Gaona, (partido de Morón , atrás del palomar) hasta la casa de mis padres (que es la que hoy habito en soledad) en el glorioso barrio de la chacarita.

Aquella peregrinación plagada de falta de voluntad, de casancio y de vómitos que se repetían cada doscientos metros, cambiaría la vida de mi tío, y según cuenta la historia, también la de mi querido país, la Argentina.

El viejo Anibal ya había caminado (perdido cual DNI en un recital) durante mas de 18 días continuos sin hallar siquiera un pasaje, negocio o plazoleta que le resultasen conocidos. Un tanto desorientado, sediento y con los estragos que el frío provocaba en su áspera piel, decidió entrar a un bar para consultar respecto de la ubicación de la avenida Federico Lacroze, del barrio de la chacarita, punto desde el cual el bajo y calvo hermano de mi padre sabía ubicarse hasta llegar a la calle Olleros (a una cuadra) donde mi familia poseía su tan amado hogar.

Un silencio sepulcral invadió el ambiente de aquel bar donde once individuos que llevaban atuendos extraños observaron estupefactos a aquel hombre que había ingresado al establecimiento en calzoncillos, con unas bragas de mujer en la cabeza, tacos altos y marcas de lápiz labial en el cuello. Aquella entrada poco triunfal, sin duda representaba un espectáculo único, Dantesco.

El bar permanecía a oscuras y sólo la luz de dos candelabros hacía que las sombras y los destellos de sus llamas danzaran frenéticas sobre las paredes de aquel ambiente que olía a almizcle, azufre y milanesa frita. Eran las tres de la mañana, y el hombre que parecía presidir aquella misteriosa reunión se acerco al tío y, asombrado dijo: "Hermano, estas en el "Torreon del monje", en la ciudad de Mar del Plata... y tu buscas la Chacarita... ¡Traigan el libro de las profecías!"; tras unos segundos de pasividad por parte del resto de aquellos hombres extrañamente uniformados el líder se dirigió a un muchacho ubicado en el sector mas lejano de la mesa y dijo: "Lopecito, no sea imbécil, traigame el libro de las profecías". Lopecito miró con recelo al tío Anibal y obedeció. El libro de las profecías era una libreta de almacenero que permanecía guardada en una pequeña lata de té que a su vez estaba cerrada por un candado que el gran líder abrió con dificultad. Luego de un extraño ritual en el que todos los hombres entonaron una melodía en un idioma extraño , similar al jeringozo (pero que no era dialecto rosarino), el lider leyó en voz alta la página central del pequeño anotador: "El elegido llegará a nosotros, cuerpo de hombre , calzado de mujer , en busqueda de la tierra de los muertos"

"El elegido, llegó el elegido, el elegido, llegó el elegido..." cantaban todos entonando los versos como si se tratase de una canción de cancha.

Cinco minutos mas tarde, el grupo de extraños hombres estaba bañando a tío Aníbal en el piletón donde se asean las copas en el torreón del monje, no porque aquel acto formara parte de una especie de ritual de iniciación, sino porque el tío despedía un hedor nauseabundo, mezla de perro mojado, salame tandilense y queso roquefort. Luego, si, comenzó el ritual de iniciación: en la cúpula del viejo torreón azotaban a Anibal con diferentes látigos de varias colas y con semillas de arboles arrojadas a poca distancia con el viejo sistema del rulero y el globo. El tio pegaba alaridos e insultaba sin cesar a aquellos bestiales iniciadores que emulaban a Torquemada en la antigua inquisición.

"Ha llegado a la cofradía
y ha de ser bienvenido
pues este pelado que hedía
resultó ser el elegido"

El grupo entero cantaba y danzaba alrededor del Anibal realizando movimientos similares a los del charleston de los años 20, cosa que resultaba del todo lógica ya que aquellos Pseudo Masones vestian como bailarinas de casa de burlesque de la chicago de los años que precedieron al crack del 30´. Una corona de plumas fue colocada sobre la testa de Anibal que sólo repetía de manera desesperada: "Sólo quiero llegar a Chacarita, dejenme de joder!"

Cuatro horas duró aquel ritual, aquel tormento. Finalmente y luego de convencerlo con métodos convencionales y otros no tanto, Anibal Ezpeleta había aceptado convertirse en el lider espiritual de aquella secta clandestina , que tenía como objetivo la transmision de la cultura popular de los gnomos de la checoslovaquia septentrional, ligados directamente con la "magia lila" (la magia lila no es otra cosa que la magia roja combinada con un poquito de magia azul, que produce, por lo general cosas benignas).

Lopecito, quien había llegado a la cofradía con el severo convencimiento de que debería ser él en persona quien rigiera los destinos de la clandestina institución, jamás vio con buenos ojos la designación de Anibal Ezpeleta como el Guia de aquellos espiritus sensibles aglomerados por una causa común.

Borracho por el deseo de poder, embriagado por las mieles de un delirio místico incontrolable, el joven Lopecito insistía en que aquellos individuos enfundados en vestidos de lentejuelas y coronados con coquetas plumas de pavo real, debían Ganarse la confianza de los hombres y mujeres ligados al poder de nuestra querida patria con el oscuro fin de digitar la vida de los ciudadanos en base a la brujería.

Todos se reían de Lopecito, a quien creían un delirante que jamás llegaría a nada y a quien el tío Anibal bautizó como "El brujo chupachotos", cosa que a Lopecito no le agradó de ningún modo y que, de hecho, provocó la ira de aquel oscuro individuo de ojos claros.

Los celos y la venganza convirtieron el liderazgo del tío Anibal al frente de la cofradía en un verdadero calvario. Acciones como romperle los pantalones en la zona de las posaderas, o ponerle sal al café, o llenarle de materia fecal de gallina el picaporte de sus aposentos, fueron algunas de las maldades sufridas por parte de mi tio Anibal, quien harto de sus idioteces, decidió despedir al insoportable "Brujo chupachotos".

Los súbditos de la cofradía se ofrecieron para liquidar a Lopecito, cosa que Anibal negó categóricamente: "No vale la pena gastar polvora en boludos", déjenlo vivir.

Aquel acto de misericordia fue el peor error que pudo cometer mi tío.

Despechado por el destierro, Lopecito juró vengarse y aseguró que, como un Rasputín de las pampas se convertiría en el obscuro e invisible dueño de poder de la Argentina que se avecinaba.
Un año mas tarde la profecía del odiable personaje se llevaba a cabo. En un seminario de espiritismo brindado en la sede de Santos Tesei de la escuela Científica Basilio, titulado "Magia de la mejor y un poco de la mas chota", Lopecito conoció a la esposa de un general que por aquel momento permanecía proscripto de la escena política nacional.

Casi ocho años despues, Lopecito, que además de ser un idiota resentido, era cabo de la policía retirado, llegaba al país para desmembrar al movimiento que con su lucha había logrado la vuelta del proscripto líder de quien ahora "el brujo chupachotos" era el guía espiritual.
Una vez convertido en Comisario general de la Policía Federal, Lopecito comenzó la busqueda de aquel grupo clandestino que lo había expulsado, y gracias a quien su resentimiento había llegado a límites insospechados. Encotraría a los integrantes de "La sarandanga" y se vengaría de ellos uno a uno.

A sabiendas del ingreso a las huestes del poder por parte de Lopecito, de la mano de tío Aníbal, la cofradía de "La sarandanga" pasó a la recontraclandestinidad para, decididamente, convertirse en uno de los ejercitos armados del pueblo, dejando atrás las infértiles e infantiles discusiones acerca de la Magia Lila y los gnomos de la Checoslovaquia septentrional, y dedicarse así a una cuestion seria y de vital importancia: combatir a aquella horda de traidores que habían cambiado la manera de pensar del querido lider, otrora popular y generoso.

De más está decir que los registros escritos de la cofradía de "La sarandaga" fueron destruidos para preservar la integridad de aquellos quienes supieron integrarla, quedando sanamente en nuestra memoria la lucha de aquellos que decidieron hipotecar su futuro, para poder asegurar el nuestro.

Cuenta la leyenda que los ex integrantes de la cofradía de "La Sarandanga" , luego convertido en el EPA (Ejercito Popular Argentino) fueron los autores de una copla que, a pesar del tiempo, quedaría grabada en en la memoria colectiva de nuestra patria:

"Que pasa, que pasa
que pasa General
que hay tanto gorila
en el gobierno nacional"

Aquel camino sinuoso que tomara El tío Anibal, producto de la joda y el chupi, había por fin encontrado su cauce de rectitud heróica que finalmente nos brindaría un ejempo infinito.

Sin documentación alguna, sin saber la verdad a ciencia cierta, sin poder demostrar la existencia de aquella cofradía del torreón del monje, he de seguir en la busqueda de la sarandanga y de documentos que la avalen como tal, pero al menos, debo agradecer al hermano mayor de mi padre la enseñanza de la lucha,que, afortunadamente, permanece en mí como un mandato imborrable.

Para despedirme, solo puedo dejarles aquella inolvidable frase del che Guevara, que siempre guía mis caminos: "Hasta la victoria siempre" y para quienes no la comprendan, les dejo la frase del gran revolucionario en forma de remake pedorra de director de cine yanki :"Retroceder nunca , rendirse jamás".

2 comentarios:

  1. Radomir: quiero expresarle mi admiración por lo buen mozo que es Uds, realmente esa fotografía ha capturado mi atención, me gustaría conocerlo personalmente, lo considera Ud posible?. Le comento que mi domicilio es en la zona de Guernica mas allá de la inundación, le dejo mi contacto para que , si lo considera factible, se ponga en contacto con esta servidora. solita@huchimeyl.com.

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  2. Sr. Radomir: es muy emocionante su relato, sobre todo tratándose de un joven que no vivió con total conciencia esas épocas. Yo aún las recuerdo, con eso quiero expresarle que no me las han contado, las he padecido. Pero en realidad me dirijo a Ud.porque estoy interesado en su investigación sobre la sarandanga. Querría hacer un aporte, Ud conoce al hombre que se aparece en sueños?Mas de 2000 personas aseguran haber recibido la visita de un hombre en sus sueños que le indica lo que deben hacer, les propociona informaciones, o los ayuda a protegerse. El retrato fue dibujado por una paciente de un psiquiatra de N.Y. y comenzó a circular y dió la vuelta al mundo, si desea investigar más lo remito a la edición 687 de la revista Radar del 18.10.09 . Mi referencia a dicha información es porque estoy casi seguro que en alguna otra publicación, no recuerdo en este momento cual, la versión del ¨hombre en sueños¨incluía el hecho de que al despedirse, de sus soñantes les murumuraba, ¨si quieren volver a soñarme invoquen a la Sarandanga,y en su próximo sueño allí estaré¨. Dicha versión especificaba que de los 2000 consultados, 1700 aseguraban que esta frase era la que recordaban con más potencia al despertar, 200 expresaron que si bien no recordaban gran parte del sueño, rumbo a sus trabajos repetían inconcientemente, una especie de mantra que decía sarandangala,sarandangala,sarandangala. Como ya se habrá dado cuenta repetido a continuidad dá como resultado la sarandanga.
    De los 100 restantes, 50 no quisieron hablar del tema y se alejaron aterrorizados al escuchar preguntar sobre la Sarandanga, y los 50 restante, adjudicaron tanto el soñar con este hombre como su referencia a La sarandanga, a algun efecto subliminal de alguna propaganda, muchos de ellos aseguraron que tuvieron esa experiecia onírica, al dormirse con el televisor prendido y lo ultimo que recuerdan de su estado de conciencia, es una publicidad de licor de naranja o limonchello.
    Estimado periodista, espero que mi humilde aporte le sea de alguna utilidad para seguir con su investigación. Ahora me voy a dormir, necesito recibir algunos consejos sobre mis inversiones en la Bolsa.Suyo por siempre: Juancito Tocame un Vals.

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