miércoles, 23 de septiembre de 2009

La Sarandanga y el primer payaso negro de la República de Burundi







Con esta sonrisa el payaso "Tanganica",
llenaba de alegria a los niños de Burundi


_ Según el registro Nacional de las personas de Burundi, Teté Mbwebe nació el 12 de abril de 1953, a la temprana edad de 4 años. El niño de cabello crespo, piel oscura y enormes manos, acudió por sus propios medios a solicitar que la justicia le otorgara un documento que acreditara su identidad.
Teté Mwebe era hijo de un Albañil que había sido enjuiciado en mas de una oportunidad por mala praxis al construir chozas de juncos de manera defectuosa. Es que Murumbu Mwebe tenía la ilusión de poder fabricar chozas con entrepisos donde los niños pudiesen dormir tranquilos, en tanto que sus padres, en planta baja, escucharían por radio al popular negro Orowundi. El problema radicaba en que el junco no resultaba, por lo general, un material resistente y los chicos caían , sin ningun tipo de protección, sobre las cabezas de los desprevenidos padres que resultaban en su mayoría, heridos y hasta infartados por el susto que les provocaba, según decían, "ver negritos caer del cielo". La obsesión de Murumbu había nacido producto de una fotografía que siempre veía en casa de su suegro, Smwali Katembe. Aquella fotografía no era otra cosa que una vieja postal de un lugar llamado Buenos Aires, y había ido a parar a Burundi en el morral de un explorador chipriota al que Smwali se había devorado con unas "papas pai" hacía no menos de veinticinco años. Smwali Katembe era caníbal, y Murumbu siempre agradecía el hecho de que el anciano se hubiera quedado ya sin dientes auque siempre temía que alguna vez, enojado, se lo manducara, ya blandito, luego de haberlo hervido en un caldo de choclo. De todas maneras el código gastronómico de las tribus caníbales no incluye a familiares dentro del menú, motivo más que suficiente para que Murumbu ni pensara en separarse, o tan siquiera en enviudar, para seguir perteneciendo a aquel círculo tan particularmente selecto. Por otra parte, Murumbu trataba siempre de evitar las invitaciones de su suegro "a comer un asadito" tal como el anciano solía decir. Aquella postal que mostraba los altos edificios de Buenos Aires, y que el explorador chipriota llevaba consigo al ser capturado para luego ser convertido en un "explorador al marsala con salsa bechamel", había cautivado al albañil que juró convertirse en el primer constructor de chozas de mas de una planta de todo Africa.

Luego del cuarto litigio y de que su suegro le hiciera el favor de devorarse a cada juez que entendió en la causa declarándolo culpable, Murumbu se dio por vencido y cayó en una profunda depresión que lo llevó a convertirse en presa de una adicción insostenible: el agua potable. El padre del joven Teté gastaba todos sus ingresos, los de su esposa, e incluso los ahorros del pobre niño, en adquirir aquel bien de lujo que no sólo bebía sino que también, en un acto de demencia, usaba para bañarse día por medio. Tal acto de derroche llevó a Murumbu a deberle a la mafia del agua potable mas de un millón de francos burundianos. Un día, al ver a su padre llorando, colgando de un arbol, atado de un pie por una soga de hilo sisal, el joven Teté tomó dos decisiones fundamentales, la primera: bajar a su padre de aquel arbol donde los sicarios de la mafia acuífera lo habían colgado; la segunda: se juró a sí mismo no ser un fracasado inepto como su infeliz padre; seguiría sus instintos y dedicaría su vida al mundo del espectáculo y el entretenimiento. Teté pensó, con acierto, que aquel era el momento ideal para contarle a su progenitor la elección profesional que había hecho pocos dias atrás: El benjamín de los Mwebe había decidido ser payaso, el primer payaso negro del Africa Central. A pesar de seguir pendiendo de aquel árbol (debido a la sabia decisión de Tete de comunicarle primero su deseo vocacional y luego, cuando su padre estuviera mas calmo, desatarlo), Murumbu comenzó a lanzar golpes de puño a su pequeño hijo, que éste con la agilidad de un simio joven y bien alimentado, esquivaba brindando un espectáculo sin igual. Unos niños que paseaban por el lugar comenzaron a reír sin cesar y fueron en busca de otros querubines que también se deleitaban al observar a aquel adulto pendulante que procuraba golpear al escurridizo infante. El espectáculo montado por padre e hijo, se hizo sumamente popular en la aldea de "Kelelelewelwelewlelelelonga" (lugar de donde eran nativos los Mwembe). Todos los viernes, sabados y domingos a las 20 horas y por el módico precio de 15 francos burundianos, el dúo ofrecía aquel espectáculo clownesco que con el correr del tiempo, se fue volviendo un clásico de los fines de semana de aquella pequeña aldea del sur de Burundi. La primera experiencia del joven Teté como payaso había sido totalmente exitosa. Con el correr de los años el jovencito fue ganando fama, popularidad, cariño y mucho, pero mucho dinero. Ahora Teté era conocido como el "Payaso Tanganica", nombre que había adquirido en honor al lago central del continente africano que su país, Burundi, compartía con la República Democrática de Congo, Zambia y Tanzania.

Dicho nombre le traería al joven artista sendos problemas, ya que el payaso "Tandarica", un clown rumano radicado en la Argentina, lo denunció por plagio en la ADECLOPAYAMUN (Asociación de clowns y payasos del mundo), por considerar el nombre elegido por el joven teté como una burda copia de su nombre artístico.

Nuevamente los juicios habían entrado en la perturbada existencia de la familia Mwebe. Lamentablemente, el abuelo Smwali, ya no podía devorarse a los jueces que entendían en la causa. El anciano estaba forzado, por prescripción médica, a realizar una dieta a base de vegetales, por lo que sólo podía ingerir personas en estado comatoso de grado 4.

Teté Mwali perdió toda su fortuna. Los programas de chimentos de Burundi, lo mostraban cada vez más destruido, descuidado y obeso, debido (y volvía a repetirse la historia familiar) a una severa adicción a los palitos de la selva.

El shaman de la Aldea acudió en su ayuda y le sugirió que se internara en una clínica que era conocida por los integrantes de la tribu como "La timbaleta, spa, relax & resort." Una vez recuperado de su adicción a los dulces, Teté Mwebe juró vengarse del Rumano insensato. Viajaría a Buenos Aires con el único fin de saciar su sed de revancha. Tomó el poco dinero que le quedaba y sacó un pasaje con destino a la "Reina del Plata". Debió tomar una identidad falsa, para poder salir del país, puesto que pesaba sobre él un pedido de captura por haberle hecho la broma de la flor con el agua al mismísimo Idi Amin, en una visita que el líder ugandés realizara en secreto al ministro de pesca de su país.

La identidad que tomó el primer payaso negro del Africa Central, fue la de una mujer: Sara Mdanga. Con un pasaporte falso y a la edad de 34 años, el payaso de ébano había ingresado al país con el fin de liquidar a su asérrimo enemigo. Lo que Teté no sabía era que el histórico mozo y clown Rumano había dejado la Argentina para radicarse definitivamente en su país de origen. Luego de intensos años de busqueda estéril, Teté Mbwebe, que en la Argentina no era otra que Sara Mndanga, tomó la decisión de dar por concluida su búsqueda. Harto de vivir una vida que no era la suya y de que lo confundieran con Anamá Ferreyra, Teté Mwebe, alias, el payaso Tanganica, alias Sara Mndanga, decidió ponerle fin a su vida. Cosa que jamás pudo hacer ya que, una vez que llevó su revolver a su sien, del frío caño no surgió una bala , sino una banderita que llevaba inscripta la onomatopeya "bang".

Triste, sin siquiera poder suicidarse, Teté decidió retomar su vida masculina, y hoy vende bijuterie, que exhibe sobre un paraguas, en la avenida Corrientes.

Mil veces he intentado consultarlo acerca de si era cierto aquel nombre que utilizaba para su alter ego femenino: Sara Mndanga. Siempre respondió lo mismo: "no habla español".

Sin su testimonio, y sin documentos reales que acrediten su existencia como mujer, jamas llegaré a saber, si el primer payaso negro del africa central, fue durante algun pasaje de su vida "la Sara Mndanga"; O "La sarandanga", que es lo único que me motiva.

Seguiré en la busqueda, pues.









jueves, 17 de septiembre de 2009

Cabaret "La sarandanga"


Tio Amor, firmando un autógrafo
de parte de Severino Ferreyra



Tal vez pocos recuerden el nombre de Severino Ferreyra. Siendo justos creo que el único que recordaba su existencia con tenacidad (y lo hacía con ímpetu de un verdadero amigo ) era mi tío Amor Claridad Spinetto, (si, dedujeron bien , el padre de mi tío, es decir mi abuelo, era anarquista) un violento y adinerado hombre de negocios de la noche, que si bien conmigo siempre tuvo la dulzura de una manzana acaramelada de un domingo por la tarde en la plaza Irlanda, con el resto de los mortales era un salvaje buscapleitos; un explotador de menores, un tratante de blancas, que además, tenía la costumbre de perder todo lo que ganaba "honradamente" en garitos clandestinos donde el siete y medio, el mus y el truco eran las vedettes principales de aquellos tugurios plagados de humo donde la luz apenas llegaba a iluminar el verde paño de las mesas de juego.

Ese era mi tio Amor a quien sus amigos bautizaron como "el Animal". Y si bien habrán notado ustedes el caracter bestial del hermano de mi madre, debo decir que el tío tambien tenía un costado sensible y profundo que solía mostrar valiéndose de su amor por la musica, mas precisamente por el tango. Según cuenta la mitología familiar, el tío Amor llegó a conocer personalmente a grandes exponentes del dos por cuatro tales como Manzi, Troilo, Floreal, el colorado Varela, Rivero, y hasta a un joven renovador del género: un tal Roberto Goyeneche. Pero la debilidad arrabalera de aquel urso de dos metros dos no era otra que la aflautada voz de un tal Severino Ferreyra , con quien mi tío supo mantener una estrecha amistad que dio su comienzo en la decada del 40.


Cuenta mi tío Amor en su diario intimo, que conoció a Ferreyra una noche encontrándose en un estado deplorable (Mi tio, no Severino): Borracho, sin dinero y con el ácido olor del vomito perfumandole las solapas. Sin un morlaco disponible para la timba y sin siquiera diez centavos para saciar su adicción al "quebracho, "El animal" comenzó a tornarse una especie de huracán verborrágico que despotricaba a troche y moche contra el resto de los presentes con insultos tan originales como soeces como "si no me prestan la guita me culeo a todas sus hermanas" "¿que mirás puto?" o "te voy a dejar el ojete lleno de patadas de puntín derecho".


Cuenta el tío en su diario, que desde un oscuro rincón y apareciendo entre la espesa niebla de nicotina, la figura de Severino Ferreyra se abrió paso entre los presentes.


Cito la descripción textual de aquel personaje, tal como el diario lo retrata a partir de una caligrafía inmunda y sendos "horrores" de ortografía: "resulta que se me aparese este punto... muy fifí el tipo, tamangos "acharolados" bigotito a lo frances, un "jetra" de color mandarina y un sombrero en compocé... ahi nomas pencé... uy este es un carolazo de prima... un adorador de glandes, un somelier de porongas, un puto "fers clas"... pero cuando puso la guita en el verde paño y me dijo que me tomara lo que quisiera y que agarrara la biyuya par jugar un par de manos al 7 y medio , me dije "que cabayero, que dandy, como me equivoque con este punto"...


En fin, las palabras del diario del tío reflejan a las claras aquel momento en que, del prejuicio injustficado pasó al sano juicio acerca de una persona que al percibir su penar acudió, como sólo un hombre de ley lo hace, en ayuda de un desconocido. Media hora, cuatro manos y tres litros de "bols" mas tarde, al tío se le había vuelto a acabar el dinero, y, según consta en el diario, con una mano tomaba del cuello a Severino sosteniendolo en el aire y con la otra le propinaba sendos cachetazos de revés al grito de "putazo acaramelado dame mas vento o te deshueso en vivo y en directo y te lastro crudo con unas papas "nuasé"". Severino Accedió nuevamente al préstamo, esta vez con lágrimas e hilos de sangre recorriendo la geografía de su rostro. A partir de allí , como en el recordado final de Casablanca, podemos decir que "aquel fue el comienzo de una bella amistad".


Luego el tío supo que Severino Ferreyra era cantante de tangos. Que a sus 22 años ya había grabado con la Odeón su primer sencillo, uno de esos discos pequeños que sólo poseía dos temas: "La perdi toda por la merluza" (la historía de un milonario adicto al pescado sin espinas) y "La que se fue fuiste vos, ahora jodete". La afinada (en todo sentido, pues afinaba y tenía voz aguda) voz de Ferreyra conquistó los oídos y el corazón del tío Amor, quien juró devolverle aquel favor que el cantor le hizo sin siquiera conocerlo. Cito el diario: "yo te voy a hacer bueno de verdá... conmigo vas a conocer lo que es vivir posta... vos conmigo vas a ser famoso... yo voy a ser tu representante... vos conmigo vas a conocer todos los cabarulos del ispa, conmigo vas a poder ir a todos lados... a vos y a mi nos van a dejar entrar hasta en "La sarandanga".

Demas está decir que en el momento en que mis ojos, ya un tanto cansados de leer, descubrieron aquellas dos palabras, comencé a sudar frío. La adrenalina se apoderó de mí y empecé a gritar como un loco, despertando a medio hospital, no así al tío, que con sus 114 años y en la cama de la habitación 314 del sanatorio "La obesidad" se encontraba en un coma etílico semi irreversible, motivo por el cual yo me encontraba cuidándolo aquella noche.


En el diario de mi querido tío figuraba aquello que hasta el día de hoy me obsesiona: "nos van a dejar a entrar hasta en "la sarandanga"" es decir que en el contexto en el que aparecía planteado, el concepto de "la sarandanga" no era otra cosa que un viejo cabaret al que acudía la "creme" de los tangueros de aquella época. Tenía el dato que tanto necesitaba, de manera que salí raudo de la habitación con la velocidad de un guepardo. Al retirarme sentí un pequeño tiron a la altura de mi empeine que me produjo un tropezón y posterior caída que provocó la ruptura de dos de mis dientes frontales superiores. Pero aquello no me detuvo y con la boca empapada en sangre seguí mi camino hacia el estudio ubicado en la habitación mas lejana de mi antigua casa del barrio de chacarita.



No había en mis informes, ni en mis investigaciones previas ninguna conexion entre "la sarandanga" y los viejos cabarets de buenos Aires, de manera que decidí concurrir nuevamente al hospital para consultar a mi tío Amor acerca de aquella precisa referencia que en su viejo diario íntimo aparecía.

Cuando llegué a la habitación, la cama de mi tio Amor estaba vacía. Al consultar a la enfermera acerca de mi querido pariente, ésta me informó que había fallecido producto de un descuido: alguien habia desenchufado el respirador artificial y el pobrecito anciano había fenecido producto de la asfixia. Luego lo recordé: aquel torpe tropezón se había producido como consecuencia de haberme llevado el cable del sofisticado aparato por delante. Había perdido al único que podía decirme que era "la sarandanga". Desesperado consulte a la enfermera si el tío antes de morir había hecho alguna refrencia respecto de un viejo cabaret, o de algo denominado "la sarandanga" La enfermera, llena de asombro, me respondió con una pregunta: "¿Cómo lo supo? precisamente las últimas palabras de su tío fueron esas: "la sarandanga", sólo eso". Una mezcla de impotencia y angustia se combinaron en mi laringe. Abatido, y con el conocimiento de que el tío Amor sabía algo y que por mi prejuicio academico jamas había tenido la sapiencia de consultarlo, decidí abandonar aquella habitación para siempre. Mas en ese momento, un débil hilo de voz se dejó escuchar a mis espaldas.

-"Pibe, venga, pibe"- el compañero de habitación de mi ya fallecido tío me llamaba, casi impotente, para que acudiera en su ayuda.

- "Mi nombre es Severino Ferreyra, yo era amigo de su tío...llegamos aquí producto de una intoxicación con un vino adulterado... las palabras que dijo..."

En ese momento un estertor conmovió la humanidad del anciano.

_ "dijo la sarandanga"

- "¿Que es la sarandanga? dígamelo buen hombre"- En ese momento noté que la vida de aquel ser humano hecho una sombra se iba apagando y comencé a desesperarme- "digame , digame lo que es la sarandanga! digamelo!" lo sarandeaba cada vez mas fuerte, con cada sacudida el ínfimo y fláccido cuello de aquel viejecillo se iba debilitando mas y mas dejando al azar la tarea de manejar el destino de su testa. Finalmente se decidió a hablar, justo cuando el monitor cardíaco sonaba como el tono de ocupado de un teléfono de línea.

"La sarandanga es..."

El dibujo de la línea fluctuante del monitor se convirtió en una recta perfecta, en un horizonte de desazón. Severino Ferreyra había muerto. Con el se habían ido 3 discos grabados, igual cantidad de ejemplares vendidos y el secreto de aquello que me obsesiona y que hace tanto tiempo estoy buscando: la sarandanga.

Seguí la pista del cabaret durante un lustro, mas no hallé ninguna conexión entre "la sarandanga" y algún cabaret, tugurio o establecimiento relacionado con la década del cuarenta ni con el tango. Incluso mandé una carta a la institución que mas conoce de tango en el mundo : "El Instituto Internacional de Tango y Milonga de Tokio" que me respondió de inmediato, aunque en japonés. Luego de convencer al tintorero del barrio para que tradujera dicha respuesta, supe cual había sido: "La verdad, no tenemos ni la mas puta idea de lo que es la sarandanga"

Así decidí abandonar aquel dato y seguir buscando por otros horizontes, diferentes a aquel trazado por el monitor cardíaco de Severino Ferreyra, a quien hoy, sólo yo recuerdo.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Una duda cualquiera

"Hace frío y estoy lejos de casa", pienso mientras, sentado sobre una piedra en la estación de Bernal, el viento de zona sur me taladra las orejas que, de no ser porque sostienen mis anteojos, me las sacaría y me las volvería a poner una vez dentro de un lugar donde el chiflete no las castigue. Estas palabras que estoy volcando sobre el diminuto bolet...



(viene del boleto de tren) Ya estoy cobijado por el calor del hogar y las palabras que ahora escribo se expanden como un vómito de mi estilográfica sobre mi diario personal (debo reconocer que se trata de un vómito permanente y continuo, prolijo , sin salpicaduras, un vómito que se parece demasiado poco a un vómito, ... por lo que admito que la metáfora utilizada por mi "yo poético" respecto de la tinta , la lapicera fuente y el vómito, es una porquería).




Hoy fue un día muy fructífero: por la mañana comí una banana y tres manzanas, por la tarde dos duraznos y hacia la media noche me levanté con la urgente necesidad de engullir un cuarto kilo de frutillas. La urgente necesidad volvió a repetirse, pero a las tres de la mañana y no se trató precisamente de la necesidad de comer frutas, sino mas bien, del requisito de acudir a baño con la velocidad de una gacela, pero a su vez, con el paso entrecruzado de las piernas traseras de una hiena.




Mi indisposición intestinal me llevó a quedarme, casi obligadamente, al cobijo de mi edredón azul impreso con palomitas rosas.




La inesperada enfermedad me llevó a hacer algo que pocas veces hago , ya que mi búsqueda incesante de la "SARANDANGA" no me lo permite al dejarme sin tiempo: mirar televisión. Y fue el tubo de rayos catódicos de mi "Drean" blanco y negro de 14 pulgadas, quien me iluminó, no en sentido literal , sino en sentido metafórico: en un aviso publicitario, un hombre entrecano mostraba sendas mejorías respecto de un resfrío que lo había dejado tan inútil como una dentadura postiza a la hora de comer un sanguche de vacío. Ya cuando el hombre apareció mostrándose feliz y abrazando a su esposa en un mágico final de cuentos, una leyenda sobreimpresa en la parte inferior de la pantalla fue la que llamó mi atención y me brindó la iluminación y el camino por el que intentaré transcurrir ni bien mi malestar intestinal me lo permita. La leyenda era simple, directa, concisa: "Ante cualquier duda, consulte a su médico". Allí estaba la respuesta, sencilla , contundente: mis días de angustia, de ignorancia, de saber profano, pronto terminarían... ¿Cómo no lo había pensado antes ? "Ante cualquier duda , consulte a su medico" el pequeño televisor se presentó ante mí como si se tratase del viejo oráculo de Tebas. Mi médico resolvería mi duda mas grande: ¿Que viene siendo la SARANDANGA?" Ese era el camino: seguramente mi Proctólogo sabría perfectamente qué era la SARANANGA. Pues como todos sabemos, los médicos son esa raza superior que todo lo conoce, que todo lo impone y que sin mas recursos que un título colgado en la pared, pueden introducirnos su dedo mayor en el recto anal si que uno siquiera atine a cuestionar dicha acción. Y si hay alguien que tiene la sabiduría suficiente como para vejar nuestro orificio sagrado sin cuestionamientos, ese alguien merece nuestra confianza como para ser consultado acerca de la SARANDANGA.


Finalmente me repuse.


Apenas ingresé al consultorio del doctor Juan Carlos Gelatti supe que de allí no me iría sin antes llevarme algo. Su saludo, al estrecharme la mano, me produjo, como siempre, la fría sensación de estar presionando una brótola prescada pocas horas antes. Pero a diferencia respecto de consultas anteriores, esta vez me detuve a estudiar cuidadosamente la anatomía de esa extremidad colegiada. Los dedos finos y largos culminaban en puntas redondeadas, producto de unas uñas prolijamente comidas. Mi veloz sinápsis mental me hizo llegar a conclusiones que se fijaron en mi mente como imágenes imborrables. Imágenes que hoy en día me arrepiento de haber fijado dentro de mi. Pensé (y disculpen si, producto de mi desazón, no logro reservar dichas fotografías mentales sólo para mi persona) que, en un proctologo el rasgo de comerse las uñas era un rasgo curioso. Un rasgo de cuidado hacia el prójimo y de desprecio hacia si mismo. Imaginemos que, por ejemplo, el galeno tuviera como afición extracurricular tocar el charango; ese noble instrumento del norte de nuestro país que para sonar con fuerza y convicción requiere que su ejecutante posea unas uñas extremadamente largas y endurecidas... imaginemos la consulta ... mejor no imaginemos mas... dejemos la imaginación de lado y vayamos a lo que nos ocupa.


Prosigo con el relato:


Apenas me disponía a plantearle mi duda al Doctor Gelatti, cuando éste con tono demandante dijo: "Bájese los pantalones hasta las rodillas y acuéstese en la camilla decúbito dorsal" (así es como los médicos se refieren a acostarse boca abajo). Intenté explicarle que mi consulta no requería de examen medico alguno, pero su frase tan clásica como efectiva me dejó inmóvil y sin reacción: "Acá el que sabe soy yo". Y era cierto, si por algo había acudido a su consultorio era justamente por eso, porque él era el que sabía.


Estaba en sus manos. Debo reconocer que una vez acostado semidesnudo sobre la camilla, al escuchar el chispazo de la goma del guante pegar contra el antebrazo de Juan Carlos (a esta altura llamarlo "doctor" o "Gellatti", parece un exceso de formalidad) sentí un escalofrío que recorrío mi espalda como si se tratase de un ejercito de hormigas con patas de hielo. Pero todo investigador debe enfrentarse a los riesgos que su pesquiza conlleva. De manera que mientras Juanca (cada vez teníamos mas confianza) llevaba a cabo su trabajo, me animé a preguntarle (admito que con los dientes apretados) "Doctor ¿que viene siendo la sarandanga?". Ése fue el momento en que descubrí que "juanqui" no era la persona indicada para ser consultada respecto de la sarandanga. Pude sentir como la musculatura de su dedo mayor se tensaba y como cada una las falanges del dedo del doctor se alineaban para transformarse en una especie de columna Jónica en mi interior.


"La sarandanga...- comenzó su explicación con los músculos de su cuello tensados por el odio y mientras revolvía mi interior con violencia inuscitada- La sarandanga es una región de la selva de Mali, en el África... Región donde infinidad de niños pobres necesitan de la ayuda de los médicos del mundo, donde la solidaridad se hace carne cada vez que un Galeno del planeta acude en ayuda de esos pobre niños desprotegidos... La SARANDANGA- Repitió enérgico y sin dejar de realizar el tacto rectal mientras mis lágrimas brotaban de mis ojos cada vez con mas frecuencia- La sarandanga es el lugar donde vive la hija de mil puta de mi ex mujer con su novio negro... un residente de bostwana que se la llevo hace 5 años... eso es la sarandanga.. una selva del orto en el medio del África". A esta altura mis lágrimas habían igualado en metros cúbicos a la cantidad de agua salada que precisa un sunami para arrasar con media costa Asiática.


"Y ahora váyase y no venga nunca mas". Debo decir que de todas maneras, interiormente yo ya había decidido no volver a consultar a aquel facultativo de dedos titánicos.


Dolorido y caminando con dificultad, comencé a retirarme del consultorio, giré la cabeza y vi como aquel hombre, destruido por el recuerdo de la vejación de haber sido abandonado, se quitaba su guante y mordía la uña del dedo mayor de su mano derecha.


Ya en casa y sentado, no esta vez sobre una piedra, sino sobre una bolsa de rolitos de 8 kilos, me dispuse a buscar en un Atlas la región de la selva de la Sarandanga. Demás está decir en ningún mapa de Mali ni ningún otro país africano figura una selva, sabana o estero denominados de dicha manera, por lo cual comprendí que mi búsqueda no había concluido sino que había caído, como de costumbre, en uno de sus habituales intentos fallidos.


En conclusión: Lamento haber revuelto los recuerdos ingratos de un buen hombre. Pero mas lamento aún que esa revolución interna del doctor Gelatti , se viera reflejada y hecha carne en mi persona... muy dentro de mi persona.


jueves, 10 de septiembre de 2009

¿Que viene siendo "La Sarandanga"?

Hace años que intento dar con el significado real del concepto de "sarandanga". Mi curiosidad y mi falta de sabiduría me han llevado a realizar exhaustivas investigaciones a través de las cuales he tenido sendos encuentros con los más altos exponentes del saber universal.

El primero de mis entrevistados no fue otro que el eminente astrónomo nacido en Seattle: el Doctor Carl Sagan, quien, al ser consultado por mi respecto del concepto de Sarandanga respondió: "La sarandanga es ese espacio sutil, inocuo e imperceptible que el hombre debe transcurrir entre un agujero negro y otro, entre Marte y Venus, entre el chino de la vuelta y el Coto de acá a diez cuadras... Es decir, la sarandanga es un espacio a recorrer, a ser reconocido, a ser descubierto, la Sarandanga es la "nada misma" hasta que se vuelve un "Todo" y se resume en un "Algo" que pocos pueden llegar a comprender"

Tras haber dialogado con el doctor Sagan, debo admitir que quedé pasmado, un poco por mi falta de comprensión respecto de los conceptos expuestos por él, y otro poco debido a los 7 grados bajo cero que azotaban la ciudad de Chicago esa gélida mañana.

Pero un verdadero investigador no debe jamás quedarse sólo con la opinión de su primer "entrevistando", De modo que decidí que tal vez, fuese mejor consultar a Maestros de diferentes disciplinas que, quizá, pudieran o pudiesen (no se dice "podrían") ampliar mi umbral de sabiduría basándose en sus vastos conocimientos.

Mi siguiente entrevistado fue el filosofo alemán Karl Marx.
Algunos querrán argumentar que resulta imposible mantener una charla con un hombre fallecido hace ciento veintiséis años. Aquellos que argumenten ésto no son mas que necios ignorantes que desconocen que, de hecho, el espíritu de Karl Marx toma posesión de los cuerpos en vida de todos los estudiantes de sociología de la UBA; por lo cual si uno quisiera o quisiese (no se dice "Quesería") mantener una charla con Marx, sólo basta con esperar a la salida del edificio que esta ahí nomas de la facultad de medicina y consultar a cualquier estudiante de sociología de la siguiente manera: "Señor Marx, para usted, ¿Que es la Sarandanga?" y el joven, que no responde por sí, sino que es un mero interlocutor de la palabra del magistral filósofo, responderá lo que el mismo me respondió aquella tarde de febrero a la salida de un final de "Moralidad y trabajo": "¡La plusvalía es una mierda! pero la Sarandanga es aún peor, porque es inaplicable en un régimen de igualdad social. El capitalismo viene a ser lo mismo que la sarandanga, sólo que la sarandanga es ese estado de joda descerebrada que se instala en una sociedad después del 1 a 1 y en la que todos quieren tener una cuatro por cuatro y tirarse pedos en el mar Caribe, pudiendo recorrer el mundo sin otra intención que la de mostrarle al resto de los mortales que somos mejores que ellos... es decir, la sarandanga es el "post capitalismo" y es casi tan inaplicable como cualquier sistema político y social, salvo, claro está, el comunismo, tan exitoso y bien entendido por líderes como Stalin (que no es el de los caramelos, ese es "Stani").

Marx agarró por Marcelo T. y se fue insultando a diestra y siniestra (sobre todo a la diestra) al grito de "la puta que la parió a la sarandanga"

Debo decir que estuve a un tris (¿Que será un tris?) de abandonar mi investigación. Pero la angustia de saberme ignorante sobre la materia de la sarandanga me hizo recapacitar y tomar la decisión de retomar mi labor.

El siguiente entrevistado fue un erudito, un conocedor del mundillo de lo que en español se conoce como el balonpié, en alemán como el Fusbal y en danés como fodbol. No me refiero a otro que al señor Alejandro Fabri, a quien consulté acerca de la Sarandanga, a lo que el entrecano periodista respondió: "La sarandanga es una jugada muy similar a la rabona. Sabemos que la rabona consiste en pasar un pie por detrás del otro, la sarandanga se trata de lo mismo, de pasar un pie por detrás del otro (salvo que cuando digo "el otro" me refiero al "prójimo" y no al "otro" pie). El primero en aplicar la sarandanga fue el delantero uruguayo Juan Burgueño Pereira que militaba en el Atlanta de la década del 40. El hábil puntero charrúa se enfureció, luego de que el arquero del equipo archirival (Chacarita), el genial Sebastián Gualco, le dijera tras tomar un centro llovido: "cornudo, tu mamá y tu hermana se la soplan a mi viejo los domingos por la tarde" . El dolor que embargó al golero, luego de que el oriental lo golpeara aplicándole la Sarandanga, le duraría hasta el día de su muerte (48 horas después). De mas está decir que el pertinaz delantero Uruguayo fue expulsado y de inmediato, sin ducharse, acudió raudo a comprobar si era cierto que, tanto su madre como su hermana, se la estaban "soplando" al padre de Gualco. Tras comprender que no era así y que los argentinos mentían para provocar la ira de sus rivales, decidió abandonar las filas del equipo bohemio para volver a su querido Danubio de Montevideo donde militó hasta el final de sus días con una destreza que lo llevó a ser seleccionado para integrar la divisa celeste que campeonara en el Maracaná en el año 1950. Cuentan algunos que, emocionado, al levantar la "Jules Rimet" el morocho dijo entre dientes: "y pensar que estoy acá gracias a la sarandanga"

En fin, son tantas las verdades dichas acerca de la Sarandanga que pienso que tal vez jamás llegue a saber de qué se trata realmente. Hace un tiempito no tan lejano, un taxista, uno de esos sabios conocedores de las conjuras ocultas del mundo, me dijo sin escatimar palabras: "pibe la sarandanga es la secta de la madre Teresa de Calcuta, que no murió,que no es una mina... en realidad es un tipo disfrazado que trabaja para la CIA y que mató a Lady Di porque la princesita le choreó el protagonismo de "la bondad mundial".

Incrédulo, yo , al escuchar semejante delirio dudé si preguntarle "¿hermano estas en pedo? o "¿ de donde sacaste semejante pelotudez?". Opté por preguntarle esto último, pero con diplomacia y educación, y el conductor del Taxímetro, con la seguridad que sólo el saber puede brindar, me respondió soberbio: "lo escuche en Radio10".