jueves, 17 de septiembre de 2009

Cabaret "La sarandanga"


Tio Amor, firmando un autógrafo
de parte de Severino Ferreyra



Tal vez pocos recuerden el nombre de Severino Ferreyra. Siendo justos creo que el único que recordaba su existencia con tenacidad (y lo hacía con ímpetu de un verdadero amigo ) era mi tío Amor Claridad Spinetto, (si, dedujeron bien , el padre de mi tío, es decir mi abuelo, era anarquista) un violento y adinerado hombre de negocios de la noche, que si bien conmigo siempre tuvo la dulzura de una manzana acaramelada de un domingo por la tarde en la plaza Irlanda, con el resto de los mortales era un salvaje buscapleitos; un explotador de menores, un tratante de blancas, que además, tenía la costumbre de perder todo lo que ganaba "honradamente" en garitos clandestinos donde el siete y medio, el mus y el truco eran las vedettes principales de aquellos tugurios plagados de humo donde la luz apenas llegaba a iluminar el verde paño de las mesas de juego.

Ese era mi tio Amor a quien sus amigos bautizaron como "el Animal". Y si bien habrán notado ustedes el caracter bestial del hermano de mi madre, debo decir que el tío tambien tenía un costado sensible y profundo que solía mostrar valiéndose de su amor por la musica, mas precisamente por el tango. Según cuenta la mitología familiar, el tío Amor llegó a conocer personalmente a grandes exponentes del dos por cuatro tales como Manzi, Troilo, Floreal, el colorado Varela, Rivero, y hasta a un joven renovador del género: un tal Roberto Goyeneche. Pero la debilidad arrabalera de aquel urso de dos metros dos no era otra que la aflautada voz de un tal Severino Ferreyra , con quien mi tío supo mantener una estrecha amistad que dio su comienzo en la decada del 40.


Cuenta mi tío Amor en su diario intimo, que conoció a Ferreyra una noche encontrándose en un estado deplorable (Mi tio, no Severino): Borracho, sin dinero y con el ácido olor del vomito perfumandole las solapas. Sin un morlaco disponible para la timba y sin siquiera diez centavos para saciar su adicción al "quebracho, "El animal" comenzó a tornarse una especie de huracán verborrágico que despotricaba a troche y moche contra el resto de los presentes con insultos tan originales como soeces como "si no me prestan la guita me culeo a todas sus hermanas" "¿que mirás puto?" o "te voy a dejar el ojete lleno de patadas de puntín derecho".


Cuenta el tío en su diario, que desde un oscuro rincón y apareciendo entre la espesa niebla de nicotina, la figura de Severino Ferreyra se abrió paso entre los presentes.


Cito la descripción textual de aquel personaje, tal como el diario lo retrata a partir de una caligrafía inmunda y sendos "horrores" de ortografía: "resulta que se me aparese este punto... muy fifí el tipo, tamangos "acharolados" bigotito a lo frances, un "jetra" de color mandarina y un sombrero en compocé... ahi nomas pencé... uy este es un carolazo de prima... un adorador de glandes, un somelier de porongas, un puto "fers clas"... pero cuando puso la guita en el verde paño y me dijo que me tomara lo que quisiera y que agarrara la biyuya par jugar un par de manos al 7 y medio , me dije "que cabayero, que dandy, como me equivoque con este punto"...


En fin, las palabras del diario del tío reflejan a las claras aquel momento en que, del prejuicio injustficado pasó al sano juicio acerca de una persona que al percibir su penar acudió, como sólo un hombre de ley lo hace, en ayuda de un desconocido. Media hora, cuatro manos y tres litros de "bols" mas tarde, al tío se le había vuelto a acabar el dinero, y, según consta en el diario, con una mano tomaba del cuello a Severino sosteniendolo en el aire y con la otra le propinaba sendos cachetazos de revés al grito de "putazo acaramelado dame mas vento o te deshueso en vivo y en directo y te lastro crudo con unas papas "nuasé"". Severino Accedió nuevamente al préstamo, esta vez con lágrimas e hilos de sangre recorriendo la geografía de su rostro. A partir de allí , como en el recordado final de Casablanca, podemos decir que "aquel fue el comienzo de una bella amistad".


Luego el tío supo que Severino Ferreyra era cantante de tangos. Que a sus 22 años ya había grabado con la Odeón su primer sencillo, uno de esos discos pequeños que sólo poseía dos temas: "La perdi toda por la merluza" (la historía de un milonario adicto al pescado sin espinas) y "La que se fue fuiste vos, ahora jodete". La afinada (en todo sentido, pues afinaba y tenía voz aguda) voz de Ferreyra conquistó los oídos y el corazón del tío Amor, quien juró devolverle aquel favor que el cantor le hizo sin siquiera conocerlo. Cito el diario: "yo te voy a hacer bueno de verdá... conmigo vas a conocer lo que es vivir posta... vos conmigo vas a ser famoso... yo voy a ser tu representante... vos conmigo vas a conocer todos los cabarulos del ispa, conmigo vas a poder ir a todos lados... a vos y a mi nos van a dejar entrar hasta en "La sarandanga".

Demas está decir que en el momento en que mis ojos, ya un tanto cansados de leer, descubrieron aquellas dos palabras, comencé a sudar frío. La adrenalina se apoderó de mí y empecé a gritar como un loco, despertando a medio hospital, no así al tío, que con sus 114 años y en la cama de la habitación 314 del sanatorio "La obesidad" se encontraba en un coma etílico semi irreversible, motivo por el cual yo me encontraba cuidándolo aquella noche.


En el diario de mi querido tío figuraba aquello que hasta el día de hoy me obsesiona: "nos van a dejar a entrar hasta en "la sarandanga"" es decir que en el contexto en el que aparecía planteado, el concepto de "la sarandanga" no era otra cosa que un viejo cabaret al que acudía la "creme" de los tangueros de aquella época. Tenía el dato que tanto necesitaba, de manera que salí raudo de la habitación con la velocidad de un guepardo. Al retirarme sentí un pequeño tiron a la altura de mi empeine que me produjo un tropezón y posterior caída que provocó la ruptura de dos de mis dientes frontales superiores. Pero aquello no me detuvo y con la boca empapada en sangre seguí mi camino hacia el estudio ubicado en la habitación mas lejana de mi antigua casa del barrio de chacarita.



No había en mis informes, ni en mis investigaciones previas ninguna conexion entre "la sarandanga" y los viejos cabarets de buenos Aires, de manera que decidí concurrir nuevamente al hospital para consultar a mi tío Amor acerca de aquella precisa referencia que en su viejo diario íntimo aparecía.

Cuando llegué a la habitación, la cama de mi tio Amor estaba vacía. Al consultar a la enfermera acerca de mi querido pariente, ésta me informó que había fallecido producto de un descuido: alguien habia desenchufado el respirador artificial y el pobrecito anciano había fenecido producto de la asfixia. Luego lo recordé: aquel torpe tropezón se había producido como consecuencia de haberme llevado el cable del sofisticado aparato por delante. Había perdido al único que podía decirme que era "la sarandanga". Desesperado consulte a la enfermera si el tío antes de morir había hecho alguna refrencia respecto de un viejo cabaret, o de algo denominado "la sarandanga" La enfermera, llena de asombro, me respondió con una pregunta: "¿Cómo lo supo? precisamente las últimas palabras de su tío fueron esas: "la sarandanga", sólo eso". Una mezcla de impotencia y angustia se combinaron en mi laringe. Abatido, y con el conocimiento de que el tío Amor sabía algo y que por mi prejuicio academico jamas había tenido la sapiencia de consultarlo, decidí abandonar aquella habitación para siempre. Mas en ese momento, un débil hilo de voz se dejó escuchar a mis espaldas.

-"Pibe, venga, pibe"- el compañero de habitación de mi ya fallecido tío me llamaba, casi impotente, para que acudiera en su ayuda.

- "Mi nombre es Severino Ferreyra, yo era amigo de su tío...llegamos aquí producto de una intoxicación con un vino adulterado... las palabras que dijo..."

En ese momento un estertor conmovió la humanidad del anciano.

_ "dijo la sarandanga"

- "¿Que es la sarandanga? dígamelo buen hombre"- En ese momento noté que la vida de aquel ser humano hecho una sombra se iba apagando y comencé a desesperarme- "digame , digame lo que es la sarandanga! digamelo!" lo sarandeaba cada vez mas fuerte, con cada sacudida el ínfimo y fláccido cuello de aquel viejecillo se iba debilitando mas y mas dejando al azar la tarea de manejar el destino de su testa. Finalmente se decidió a hablar, justo cuando el monitor cardíaco sonaba como el tono de ocupado de un teléfono de línea.

"La sarandanga es..."

El dibujo de la línea fluctuante del monitor se convirtió en una recta perfecta, en un horizonte de desazón. Severino Ferreyra había muerto. Con el se habían ido 3 discos grabados, igual cantidad de ejemplares vendidos y el secreto de aquello que me obsesiona y que hace tanto tiempo estoy buscando: la sarandanga.

Seguí la pista del cabaret durante un lustro, mas no hallé ninguna conexión entre "la sarandanga" y algún cabaret, tugurio o establecimiento relacionado con la década del cuarenta ni con el tango. Incluso mandé una carta a la institución que mas conoce de tango en el mundo : "El Instituto Internacional de Tango y Milonga de Tokio" que me respondió de inmediato, aunque en japonés. Luego de convencer al tintorero del barrio para que tradujera dicha respuesta, supe cual había sido: "La verdad, no tenemos ni la mas puta idea de lo que es la sarandanga"

Así decidí abandonar aquel dato y seguir buscando por otros horizontes, diferentes a aquel trazado por el monitor cardíaco de Severino Ferreyra, a quien hoy, sólo yo recuerdo.

2 comentarios:

  1. Me reí mucho con su relato Radomir!. suerte en su busqueda.saludos cordiales!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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